sábado, octubre 28, 2006

Archivos de la Filmoteca. Número especial sobre La mirada Homosexual


La revista Archivos de la Filmoteca acaba de sacar un número monográfico sobre La mirada homosexual, que he compilado yo. He recogido una serie de artículos clave y hay otras contribuciones nuevas a cargo de especialistas en el tema. El volumen es precioso y está profusamente ilustrado.

Encontraréis aquí referencias fundamentales para los temas que vamos tratando en este blog. El artículo de Thomas Waugh hace una arqueología de la representación del homosexual intelectual. El de Richard Dyer habla de los homosexuales en el cine negro. Junto con el mío, sobre la inestabilidad en la representación de la homosexualidad, constituyen un tríptico sobre la tematización de la homosexualidad en forma de personajes.

La segunda sección habla de las coincidencias entre autoría y representaición de la experiencia homosexual. Incluye un estupendo artículo sobre la vanguardia de Juan Antonio Suárez, uno sobre los debates en torno a Nuits Fauves, de Mark Nash y una fascinante reflexión de Paul Julian Smith sobre la relación entre experiencia homosexual y creación al hilo de La mala educación y Lejos del cielo.

Una tercera sección aborda cuestiones que tienen que ver con la apropiación de los espectadores. Se abre con una recopilación de textos de Terenci Moix que han funcionado como inspiración para este proyecto: cómo el cine y la vida quedan enganchados de manera indisoluble para un espectador homosexual. A continuación un artículo clave de Jack Babuscio sobre el concepto de camp. Como ilustración de dicha idea, Chris Perriam, catedrático en la Universidad de Manchester, reflexiona sobre el que quizá sea el icono principal para los gays españoles: Sara Montiel. Finalmente, un artículo de uno de los mejores especialistas en cine de los años setenta, Robin Wood, que constituye toda una declaración de principios: "Las responsabilidades del crítico de cine gay".

Las diez películas gays más significativas (de chicas)

Mi propuesta para chicas es mucho más sencilla de hacer. No sólo porque hay menos títulos, sino porque hay menos títulos que os hayan impactado con cierto consenso. Aplico las mismas limitaciones de la lista anterior: relevancia, representatividad, relación con debates, ser la primera que hizo algo… Me doy cuenta que en términos de articulación ambas listas son bastante paralelas (a pesar de que el momento decisivo para la representación lésbica son los noventa, no los ochenta). Creo que esto es bueno. Creo.

1. Madchen in Uniform 1931

Esto era fácil. Sin dudas y sin discusiones, esta película tiene que estar en esta lista. Es relevante, fue la primera y además es buena.

2. El asesinato de la hermana George 1968

Se vio poco o nada en España, pero es la primera trama que gira en torno a una lesbiana que se declara como tal. Tiene todos los defectos que queráis achacarle, pero es que antes no había más que susurros y tapujos. En este sentido es preferible a La calumnia. Y no muere nadie (el autor la plantea como una “comedia”, dijo).

3. Bilitis 1977

Representa una tradición que a muchas no os gusta, pero que era lo único que había en la época. En los setenta la cosa está cruda y predomina una mirada heterosexista. Se puede quitar, pero perdéis un modelo de representación (que también aparece en las de Emmanuelle) que tiene su importancia y no habría que despreciar. Por vuestras encuestas imagino que tuvo bastante importancia en forjar vuestras fantasías. En los foros lésbicos tiene muy mala reputación.

4. Lianna 1983

Una película que tipifica la salida del armario. Muy del momento, representa una época, una perspectiva y un modo de hacer cine.

5. Media hora más contigo 1985

Lo mismo que con la primera de la lista. No puede haber una lista de películas lésbicas que no incluya la película de Donna Deitch y no creo que sea necesario cuestionar nada.

6. Instinto Básico 1992

Por su impacto en debates sobre representación de las lesbianas: los ecos de la batalla aún resuenan. ¿Lesbianas sexys pero asesinas o lesbianas normalitas? ¿Era políticamente incorrecta?

7. Go Fish 1994

Porque me parece una película inteligente, fresca, graciosa, y porque el New Queer Cinema tiene que estar representado en esta lista.

9. Bound 1996

Hay estereotipos, se le puede achacar una mirada voyeurista y entraba dentro del Lesbian chic, pero pocas películas entonces, incluso en el cine independiente gay, presentan el amor entre mujeres de manera tan intensa, tan sexual y sin tapujos.

8. High Art 1998

No sé lo importante que es en términos de público, pero en términos de representación es exactamente el eslabón entre la representación politizada de Go Fish y la cosa más popular de Bound: una historia desde una perspectiva lésbica pero con algo de glamour sin llegar a la casi caricatura de la película de los Wachowsky. En cierto modo mantiene un equilibrio perfecto entre las distintas alternativas.

10. Debs 2005

Por aclamación popular. De nuevo quería incluir una comedia por lo menos, como signo de normalización. Como alternativa se me ocurre algo titulado en inglés It’s in the Water, que también disfruto bastante.

Me dejo en el tintero alguna película clave, como La calumnia, y una que os gusta mucho pero que no sabía cómo encajar: Criaturas celestiales. Por lo demás, se puede dar a la lista un toque más europeo, con Aimée y Jaguar o más afirmativa con algo como Tomates verdes fritos. Si en ambos casos se han quedado descolgadas es por la escasa centralidad de la experiencia lésbica. Hay una película americana encantadora que se llama Las extraordinarias y verdaderas aventuras de dos chicas enamoradas, que no tengo reciente pero que igual preferís que ocupe el lugar de DEBS. A mí me gusta más DEBS.

Fijaos que en esta lista hay muy pocas lesbianas muertas. ¿No os parece que la mirada hetero-machista es voyeurista con las lesbianas y asesina con los maricones?

Comentarios, please.

viernes, octubre 27, 2006

Las diez películas gays más significativas (de chicos)

Me encanta hacer listas, así que propongo un pasatiempo. Se trata de hacer una selección de las diez películas más representativas/siginificativas del “cine gay” en sentido amplio. Espero vuestras acotaciones, comentarios, alternativas... Algunas limitaciones para evitar degenerar en caos (el caos está bien para la vida, en la escritura es inadmisible)

a) Se trata de valorar sobre todo la importancia histórica. Sería otra cosa valorar la calidad (es decir las diez “mejores” películas gays), se puede hacer en otro momento. Podría también hacer “mis diez películas gays preferidas” y probablemente no coincidiría con ninguna de las dos listas.

b)Habrá una para las mujeres y otra para hombres. Esto es para evitar meternos en agravios comparativos, que si cinco y cinco, que si tres y siete, que si cuatro y seis, que si diez y cero.

c) En vuestras respuestas podéis proponer alternativas a cualquier título o incluso diez títulos distintos a los míos, PERO justificad vuestra elección aunque sea con una frase. Y se trata de que sean DIEZ, así que por cada una que añadáis tenéis que elegir una que podamos perder.

d) Mejor evitar las películas en las que el personaje gay es bastante marginal por importantes que puedan parecer, como sucede en Tempestad sobre Washington (primer bar gay de la historia del cine) porque restaría a la lista relevancia.

El objetivo es práctico: en el libro habrá, al margen del argumento, breves análisis como los del diario de películas, y estaría bien que la selección la hiciéramos entre todos.

Anda, animaos.

Mi propuesta para cine de chicos cronológicamente. Insisto en que no aplico mi propio gusto, sino un criterio histórico: algunas películas en esta lista me gustan mucho, otras poco, pero espero que todas os parezcan representativas. Pero cada alternativa es matizable.

1. Anders als anderen 1919
Igual me llamáis pedante, pero es una historia gay y es realmente la primera narrativa larga en la cual la enunciación es pro-homo. En el original salía Magnus Hirschfield. Está en DVD (lo que queda de ella). De las mudas también me gustaría haber incluido Mikael, de Dreyer, mucho mejor como película.


2. Victim 1961
Gran salto en el tiempo. Pero es la
primera película en la que hay cierta apología de los homosexuales. Tamizada, conservadora, paternalista, pero sin dudas tajante en su propuesta (que los homosexuales no deben ser considerados delincuentes por el hecho de serlo). Hay un antes y un después de esta película en Europa.

3. Los chicos de la banda 1970
Vale, a nadie nos acaba de convencer ya, pero por primera vez aparece una trama con todos los personajes gays. El dramaturgo era también gay. Y asume la existencia de una “subcultura gay”. Creo que es importante, aunque verla me deprime bastante. No sé si hay una alternativa en Europa, como no sea Vicios pequeños.

4. Satiricón 1970
He dudado mucho antes de incluir esta película sobre otras que probablemente tienen mayor importancia en vuestros cuestionarios, como Muerte en Venecia. Y hay alguna en la que el “tema” gay es más prominente. Pero veo en Satiricón algo mucho más innovador que en la película de Visconti. Sin aspavientos ni drama tenemos un homoerotismo explícito y sin tapujos. Y es de un Fellini en estado de gracia.

5. Cruising 1980
Siento meter dos películas del mediocre de Friedkin, pero Cruising, para mí, es una película que mostró un cambio de reglas en la dinámica entre comunidad gay y Hollywood: es como Calibán que responde. Por primera vez los gays se organizan y muestran descontento sobre el modo en que se les representa en el cine comercial. No está mal, aunque su interés principal es sociológico.

6. Querelle 1982
Por razones obvias, nos guste más o menos la visión que da, Querelle marcó una época. De nuevo, hay un “antes” y un “después”, es una película que presenta la homosexualidad de manera totalmente inaudita, deja atrás los modelos de Vicios pequeños o Muerte en Venecia, y recupera las propuestas más radicales de Kenneth Anger y Warhol.

7. La ley del deseo 1987
Por petición popular. Supongo que habría que replantearse su importancia más allá de nuestro país. ¿Más importante que La ley del más fuerte, Parting Glances, Sebastiane, Edward II? ¿Más contundente que El diputado? No sé: innovadora en la representación no es, pero sí más intensa y asumible que otras. Y aparece sistemáticamente en vuestras respuestas.

8. La trilogía de Nueva York 1988
Todo en esta lista es discutible, pero quería incluir al menos una película que fuera una comedia (con lágrimas, pero comedia) y que representase un lado de la subcultura gay que tengo muy cerca del corazón, dejando de lado malditismos, asesinos y seriedad. Como en Vicios pequeños hay pluma y estereotipo, pero es pluma nuestra, nos reímos “con” y no “de” Arnold.

9. Swoon 1992
Porque tenía que haber algo del New Queer Cinema: es cine independiente hecho por gays y buscando un público queer. Podía haber sido alguna de las primeras de Araki, The Living End también fue importante.

10. Brokeback Mountain 2005
Las razones son bastante obvias. Hoy por hoy no se le puede negar un lugar histórico. Otra cosa será que en pocos años quede olvidada y desprestigiada, como sucedió con Filadelfia que habría ocupado este lugar si la lista se hiciera en 1995 y no en el 2006. Hoy no parece tener un lugar en ningún sitio.

Como digo, esta lista no es más que un punto de partida. Otros hitos que habría incluido de no ser por la limitación que me impongo de diez películas serían Encrucijada de odios (como ejemplo de “película palimpsesto”: una novela sobre un crimen homófobo se convierte en un crimen antisemita, sin embargo quedan restos del original. La incluyo porque es un ejemplo claro de una estrategia de armario que predomina hasta 1962. Otro ejemplo sería La soga, de Hitchcock, pero esta me gusta más y es anterior) Filadelfia (porque hay un guionista gay fuera del armario negociando representación, porque fue un intento de normalizar al homosexual en el cine comercial), Maurice (porque fue el primer éxito comercial netamente gay), Vicios pequeños (de nuevo por el éxito comercial brutal que tuvo y a pesar del tipo de representación que proponía), Beautiful Thing (hoy la tenéis algo olvidada, pero en su momento no se hablaba de otra cosa. Hay que ver el éxito que tuvo), Un chant d’amour (en mi lista echo de menos la vanguardia, y en este sentido pocas más importantes que la de Genet. Las de Anger, Kuchar, Warhol, Bigwood también tienen gran importancia y cuentan con temas y estética radicales, muy por delante de su época, pero su difusión fue limitada). Como crítica, me extraña que haya tantas películas de los ochenta y tan pocas de los noventa. Quizá es un efecto de mi propia evolución. O realmente los ochenta son la década en que se producen los debates y cambia el régimen de representación.

Espero con anticipación vuestras alternativas.


¿Los heteros nos prefieren muertos?: la muerte como motivo narrativo

Mikael

Los que seguís este blog sabréis que no soy partidario de restringir las comentarios sobre cine gay a la crítica de imágenes negativas. Pero la verdad es que, cuando uno se para a pensarlo, creo que resulta ineludible hablar de la frecuencia con que las historias de hombres gays tradicionalmente acaban con la muerte de uno de los amantes. O los dos. O, como mínimo, apuntan la posibilidad de suicidio. Ya Anders als Anderen y Mikael, dos de las películas mudas con personajes homosexuales más famosas, acaban en muerte. A partir de ahí, pocas se salvan de este motivo argumental: el Sebastian de De repente el último verano muere devorado, el senador de Tempestad sobre Washington se suicida, muere el oficial de las SA de El crepúsculo de los dioses, el Aschenbach de Muerte en Venecia, en Cruising hay un asesino en serie, muere el amante de Arnold en Trilogía de Nueva York, el de Roberto Orbea en El diputado, el protagonista de Flor de otoño, y el de La muerte de Mikel, Antonio Banderas en La ley del deseo, Tom Hanks en Filadelfia, Zahara en La mala educación, y así hasta llegar a Jack Twist en Brokeback Mountain. Y sólo es una selección. A tal grado llega la lista de muertos que Vito Russo terminaba su libro (en el que se inspiró la película El celuloide oculto) con un obituario. Y como mínimo esto debería servirnos como punto de reflexión. ¿Nos quieren muertos?

Sebastiane

El psiconálisis hablaría, imagino, de pulsión de muerte como algo intrínseco en el cine sobre la homosexualidad. Lo cual resume muy bien por qué el psicoanálisis me parece irrelevante en el tipo de trabajo que hago. La pulsión de muerte no es parte de la constitución psíquica del homosexual. Y si así lo ha parecido, las presiones son externas, no psíquicas: si muchos homosexuales en la historia han acabado suicidándose es porque la homofobia les hacía la vida imposible. De hecho, si algo ilustran estos ejemplos es que es posible que lo que haya es una pulsión asesina implícita en el heterosexismo (después de todo la utopía heterosexista sería un mundo sin homosexuales, ¿no? Hablo de sistemas de ideas, no de personas, no hace falta decirlo). Por eso hay que hacer trabajo para contrarrestarlo. No digo que el dueño homófobo del bar de Sevilla quisiera matar a la pareja de los arrumacos. Pero tampoco es cuestión de dejar de lado la idea de que si se da rienda suelta a la homofobia, inmediatamente aparece la violencia. Si el cine expresa fantasías culturales, lo que se expresa en las tramas sobre los homosexuales es preocupante.

No todas las muertes “significan” lo mismo. Algunas de estas películas son homófobas. Otras no. Algunos de los personajes que mueren son villanos, otros no. En algunos casos, la muerte forma parte de una “justicia narrativa”. Pero lo cierto es que de alguna manera, en nuestra cultura, “tiene sentido” que el homosexual muera en la clausura narrativa. La clausura es uno de los puntos determinantes del sentido de la película. Por supuesto puede haber clausuras irónicas, pero pocas de las muertes apuntadas son irónicas. Resulta reconfortante para la mentalidad hetero, supongo, y por lo tanto hace las películas más fácilmente asimilables a un público general. El cine es un arte caro y necesita garantizar un espectro amplio de espectadores.


Muerte en Venecia

La clausura no debe ser leída de manera literal, tenéis razón, y puede que en este post esté pecando un poco de ello. Algunos habéis dicho (en el post sobre BBM) que la muerte del homosexual no es necesariamente mala. Puede despertar la compasión, o puede ser digna o incluso heroica. De hecho, los homosexuales llevamos décadas haciendo esfuerzos por no sacar conclusiones de estas clausuras, por prescindir de ellas y disfrutar de otros aspectos de la representación. Sin embargo la abrumadora cantidad de muertes hace que este argumento tenga que replantearse. Cierto, el final de BBM no se lee de manera unívoca. Pero esto es un arma de dos filos que subraya la ambigüedad de la película. Si a vosotros os parece noble y emocionalmente satisfactoria, para un hetero, especialmente para un homófobo, la muerte del homosexual (y la armarización perpetua del otro) constituye un retorno al orden, una confirmación de un enunciado cultural bastante profundo que asigna al homosexual una narrativa determinada.

Curiosamente este síndrome de la muerte violenta afecta a las mujeres en mucho menor grado. Si gran parte de las películas canónicas de hombres tienen el fantasma de la muerte planeando sobre la trama, en el caso de las mujeres sucede menos: las protagonistas de El asesinato de la hermana George, Lianna, Media hora más contigo, High Art, Bound y otras muchas películas sobre la experiencia lésbica sobreviven. Sospecho que es consecuencia del “síndrome Reina Victoria”, pero aún así…

Simplemente una interpretación. Supongo que no hay UNA interpretación que explique este fenómeno recurrente, pero ¿qué pensáis?

martes, octubre 24, 2006

RUMORES Y VISIBILIDAD: F.W. MURNAU Y YO

Ahora que Divisa saca en DVD la espléndida Tabú (de esa película son las fotos), del gran director Friederich W. Murnau, quería compartir uno de mis recuerdos sobre la experiencia de la cinefilia gay, que me dará pie a una reflexión sobre el papel de la especulación sobre la vida privada para leer cabalmente el cine gay.

Fue escuchando, probablemente a principios de los ochenta, Polvo de estrellas, el programa de Carlos Pumares en Antena 3. El formato, como algunos recordaréis, consistía por lo general (a excepción de los monográficos) en llamadas de oyentes sobre una amplia gama de temas, a los que Pumares respondía, a veces con contundencia, a veces con falta de interés, a veces incluso con agresividad. Una vez le preguntaron si era verdad que nosequién era homosexual. Él respondió que tales cosas no le interesaban en absoluto, como no le interesaba lo que Murnau estaba haciendo a su chófer cuando murió. Lo que importaba, insistía, era la obra. La vida privada era cosa de cada uno. Así, el locutor se negaba a hablar del tema, luego soltaba algún comentario morboso y finalmente decía que a pesar de esta muerte tan poco digna lo importante era el cine, y en el cine de Murnau no había, decía, nada homosexual (es, por supuesto, “gran cine” y por lo tanto hetero, sea cual sea la orientación del director), así que no valía la pena extenderse sobre aquello. En aquella época (yo tendría unos diecisiete años, carecía de conciencia gay y no había salido jamás del pueblo) me lo tomé como una defensa de la homosexualidad. Esto ahora me sorprende bastante. Pero necesitaba, recuerdo, tanto un mensaje positivo que cualquier cosa que no fuera una expresión casposa, obvia y agresiva de homofobia me parecía utilizable.

El caso es que con lo que me quedé fue con la cosa de que Murnau había sido homosexual. Esto era importante, porque se trataba de un director canónico, respetado, uno de los grandes del cine mudo. En cierto modo podía funcionar como modelo para un adolescente carente de referencias. Por otras fuentes supe que el accidente que acabó con su vida se debió probablemente a que practicó una felación a su chófer mientras el coche estaba en marcha (recuerdo una escena similar, pero hetero, en El mundo según Garp). Con los años, en los noventa, me vi buena parte de sus películas y efectivamente empecé a ver una “sensibilidad” poco masculina. ¿Era efecto de mi conocimiento sobre el modo de su muerte a partir del comentario de Pumares? A saber. Al leer ensayos sobre él, nunca se hablaba de este aspecto. Yo había internalizado la idea de que la homosexualidad carecía de importancia en su cine.

Fue necesaria una crítica desde una perspectiva gay para hablarme del subtexto homoerótico de Nosferatu y Fausto (ambas en DVD, sobre el homoerotismo en la segunda había un texto en el Sight and Sound de octubre) y del homoerotismo de Tabú. La bibliografía gay sobre Murnau ya es bastante sustancial. Sinceramente, creo que a veces se cae en excesos interpretativos, pero el hecho es que “mi” Murnau era gay y esto se relacionaba con que le gustasen ciertas cosas que también me gustaban a mí (la poesía algo cursi de Amanecer, las islas del pacífico, los vampiros, el exceso visual, los movimientos de cámara sinuosos). Y con el tiempo llegué a irritarme cuando el personaje de Murnau que interpreta John Malkovich en La sombra del vampiro (sobre el rodaje de Nosferatu) aparecía casi totalmente hetero.

Lo que quiero decir es que las relaciones entre texto y biografía son bastante fluidas, y existe entre ambos una relación de intercambio. Es una carretera de dos direcciones. Últimamente he llegado a la conclusión de que, en el caso de muchas películas que nos parecen gays sin que haya personajes gays, al tirar del ovillo acaba apareciendo cierta experiencia gay que resulta de gran importancia en su realización. Un caso claro es Rebelde sin causa. También se da lo contrario: se puede pasar de un dato de la vida cotidiana a leer las películas en clave gay, como sucedía con Nosferatu. Es una manera de hacer la presencia gay visible en el cine canónico y de añadir un nivel a los significados que la película puede comunicar. Pero por defecto cualquier cosa que remita a la homosexualidad como experiencia cotidiana se silencia.

El comentario de Pumares, lo veo ahora, no era una defensa de la homosexualidad, sino un enunciado de manual perteneciente al credo de la homofobia liberal que aboga por el silencio sobre la relevancia de estas cuestiones. Hay un intento de relegarlas a la vida privada y sacarlas de la experiencia artística. La homosexualidad es un secreto algo embarazoso, tolerable siempre que no lo relacionemos con nada. Es necesaria una crítica que hable desde perspectivas gays y que no contribuya a la invisibilización de nuestra experiencia (de ahí que, como ya comentamos, las críticas de Antonio Albert en El país nos resultasen tan refrescantes y tantos de nosotros las recordemos con tanto gusto). Y es legítimo que los rumores y cotilleos sobre vida personal constituyan un punto de partida para llegar al texto.

Lianna en el diario de películas gays.

Acabo de colgar un comentario sobre esta película de John Sayles en el diario. Por lo que leo, me temo que no es vuestra película preferida, pero creí que sí tenía interés revisitarla por cuestiones de contexto, representación, historia, etc.

Foro en Berkana (V): Estética gay


La discusión sobre la estética gay me indicó que uno de los problemas es que no estamos todos hablando de lo mismo. Para algunos, se habla en sentido amplio tanto de temas como de imágenes. Así, para entendernos, Pasolini, Fassbinder, Almodóvar, Eloy de la Iglesia, y el Cruising de William Friedkin son representantes de una estética gay. Para otros, hablar de estética gay es hablar del modo en que los gays o heteros que aparecen en las películas recuerdan a los gays en la realidad. Así, hay una estética gay que hace que ciertos personajes como el Brando de The Wild One nos recuerden a lo gay, aunque no lo sea. Para mí, hay que separar contenido, temas y estética. Aquí he estado utilizando el concepto de estética gay de manera bastante estrecha para referirme a algo parecido al estilo. En este sentido la estética gay existe como realidad histórica pero no coincide con el estilo de muchos creadores gays. Es una estética que, en mi opinión, se relaciona sobre todo con la pluma, lo camp, lo relamido, cierta elegancia, cierta sofisticación, y que muchos rechazáis de plano. De los ejemplos de arriba se encuentra en los Fassbinder a partir de Petra Von Kant, en Almodóvar, pero no en De la Iglesia, en Cruising o en Pasolini. Es una distinción interesante que habrá que desarrollar.




(En las fotos, Querelle y Priscilla, of course)

Foro en Berkana (IV): Normalización y la historicidad de la mirada gay

Al hablar sobre la posibilidad de una normalización, pues hubo bastante unanimidad en el foro. No hay normalización. Hay, como alguien dijo, “una relajación”. Por no decir que el propio concepto de normalización es profundamente problemático, como destacó otro. De nuevo veo que vuelve a aparecer la tradición malditista: el homosexual no ha de ser “como todos”, ha de utilizar su diferencia y su marginación para encontrarse a sí mismo en prácticas y emociones que nunca serán asimilables. La propuesta me interesa bastante, aunque también diré que el arte que produce (Bruce LaBruce y compañía) me interesa menos. Supongo que en último término el problema aquí es que de verdad creo que el cine de masas, ahora, necesita recurrir a narrativas clásicas y si damos demasiados pasos hacia la no-asimilación, perdemos al público. No sólo al hetero. También al gay.

Otra idea interesante que a veces se olvida. La historicidad de la mirada. Dos cosas aquí. Primero: la mirada gay tiene necesidades y expectativas diferentes según el momento histórico. En los setenta y los ochenta tendíamos a buscar lo gay donde no estaba realmente, porque no estaba en casi ningún sitio y donde estaba nos interesaba poco. Pero ahora, con más imágenes, más espacios de libertad, la cuestión es menos apremiante. Segundo: la mirada gay varía con la edad. Un joven que está saliendo del armario busca en el cine cosas distintas a un señor de sesenta años. Todo esto significa que hay que hacer un esfuerzo por no caer en un esencialismo de la mirada gay, sortear el espejismo de que el concepto “gay” se refiere a una realidad monolítica y estable. No es así. Hay tantas realidades como instantes y personas. Buscar líneas de fuerza, temas recurrentes, es el desafío aquí.


(La primera foto es de Far from Heaven, la segunda de Velvet Goldmine, dos intentos de historizar la mirada gay, ambas de Todd Haynes)

Foro en Berkana (III): Regreso al planeta de las imágenes positivas


El tema que más dio que hablar fue el de las imágenes positivas. Tampoco llegamos a ningún acuerdo y no teníamos por qué. Dado que se ha tratado ya en este blog, seré breve. Primero, el debate sigue coleando: menciona la serie “The L-Word” en presencia de dos lesbianas y el debate está servido como si los ochenta nunca hubieran terminado. Los argumentos son los de siempre: para algunas la serie no representa a las lesbianas reales (que al parecer no tienen piscinas), para otras sí. Para algunas da una imagen superficial de las lesbianas. Para otras da una imagen atractiva. Algunas, simplemente, no quieren identificarse con “esa” manera de ser lesbiana. Y a otras les encantaría ser “ese tipo” de lesbiana. Como vemos, hay posiciones a favor y en contra, pero a veces un mismo criterio se activa positiva y negativamente. Lo que veo aquí es que cada uno cuenta la historia según le va. Y también que tendemos a olvidar que se trata de una serie de televisión de ficción, no una declaración de principios. Pero dejo The L-Word para otro momento.


Tanto en esto como en el tema del homoerotismo hay una ruptura generacional. Yo la sitúo, por vuestras respuestas en el cuestionario, en torno a los nacidos tras la muerte de Franco. Quienes tienen menos de treinta años tienden a hablar menos de imágenes positivas (el tema les es bastante indiferente) y las mujeres tienden a ser más receptivas con la cuestión del sexo sin lazos emocionales. En cualquier caso no es algo rígido: a una amiga (de mi edad más o menos) le encantó Bilitis en su momento, y no entiende el rechazo que el feminismo hizo de este tipo de imágenes. Siempre hay espacio para las miradas disidentes.

Las ilustraciones son de Media hora más contigo y de Beautiful Thing.

Foro en Berkana (II): Homoerotismo y mujeres

Me interesaba también poner a debate el tema del homoerotismo femenino (que evité por cautela al hablar de cuerpos homoeróticos en este blog). Hay un argumento que me sigue pareciendo sospechoso y que sin embargo aparece en las discusiones de manera machacona. Es algo así: a los hombres nos pone, simplemente, la carne (alguna de vosotras creo que llegó a decir que nos pone “cualquier cosa””) pero a las mujeres les pone más una situación emocional. Hmmmm Esto es como lo de “lo importante está en el interior”. Y el hecho de que se exprese con tanta contundencia refuerza mi cautela al hablar de homoerotismo femenino. Estoy totalmente en desacuerdo. Pero creo que lo que sucede es que hay una falta de comprensión entre dos posiciones, una falta de comprensión que seguimos sin explicar sin claridad. Por alusiones: no “nos” gusta “cualquier cosa”. Los aspectos que me gustan de Rock Hudson en Sólo el cielo lo sabe (el debate vino a partir de ese ejemplo) son emocionales. Me gusta un modelo de masculinidad, un modelo de homoemocionalidad (el ordenador acaba de advertirme que esta palabra no existe. Si él lo dice…). Me sitúo en una posición intelectual y sentimental cuando veo esta película. No es sólo carne (ahora, que si está bueno y es gay, pues tampoco le haremos ascos, que tampoco andamos tan sobrados).

Por otra parte, sospecho (y esto es lo que no me he atrevido a decir en otros lugares del blog) que las mujeres que maduraron como lesbianas en medio del feminismo desatendieron la cuestión de un erotismo carnal, que si ciertamente está sobrevalorado en la tradición masculina, tampoco es cuestión de sublimarlo o negarle, un poco por decreto, la importancia. Lo ideal sería conjugar lo emocional con lo carnal. Pero a veces lo carnal va por su cuenta. No siento la menor emoción por, por ejemplo, Jan-Michel Vincent o Ryan O’Neal (iconos homoeróticos de los setenta) o incluso Brad Davis, pero me gustan como a quien le gusta un adorno simpático como pedazos de carne y fantasías húmedas. La carne tiene sus placeres y sus fantasías que el intelecto no puede aprehender. Esto no es incompatible con otros modos de identificación de otros tipos.

Foro en Berkana (I): Definiciones de cine gay

Beefcake

Primero, gracias a quienes os acercasteis a Berkana el jueves. Me pareció una discusión fascinante y fue estupendo presenciarla en directo (aunque sigo tan acostumbrarme a esta cosa tan española de que todo el mundo hable a la vez: confieso que de vez en cuando no conseguía entender lo que decíais. No tengo multi-channel).

Intento seleccionar algunas de las líneas de argumento en varios posts independientes. Disculpad si he olvidado alguna.

Lianna

Sobre “qué es cine gay” había, por supuesto, opiniones para todos los gustos. Para algunos sigue siendo sólo el cine hecho por gays sobre la experiencia gay. Para otros, se refiere a las películas que representan la homosexualidad. Alguien propuso una distinción entre “cine gay” propiamente dicho (el más contemporáneo) y “cine marica” (es decir, películas apropiadas por los gays, con una estética gay, pero sin personajes homosexuales, tipo Los caballeros las prefieren rubias). Como discutimos al principio de este blog, no existe acuerdo (a pesar de lo cual, para cada uno “su” definición es la válida). Mi trabajo consiste en aunar distintas perspectivas y dar una imagen de lo que es el cine gay que no coincide con ninguna de las habituales y participa de todas. El problema aquí será articular estas perspectivas.


(Por cierto, Ibn Sina, la cuestión de poner pies a las fotos no acaba de salirme bien a pesar de que intenté seguir tus instrucciones, pero aquí las referencias son a Beefcake y Lianna)

martes, octubre 10, 2006

Foro en Berkana y Entrevistas en Madrid



Hola a todos

iré a Madrid la semana próxima para hacer entrevistas relacionadas con este proyecto, intercambiar puntos de vista etc. Si alguien me puede conceder media hora os lo agradecría mucho. Estaré tan disponible como podemos estarlo quienes no tenemos el don de la ubicuidad. A algunos que me han enviado cuestionarios les escribiré para ver si es posible que nos veamos.

De todos modos, por facilitar las cosas, en principio estaré en torno a Berkana las mañanas y las tardes, de lunes a jueves. Pero si alguien quiere arreglar otro sitio, preferiblemente por el centro, pues me lo decís via email o MSN.

El jueves 19 de octubre, a las 8 de la tarde estamos organizando un foro en la librería. Habrá una copita y, espero, algo para picar. La idea sería charlar sobre todas estas cuestiones. Me interesa promover un poco de debate en directo.

Un saludo y gracias

lunes, octubre 09, 2006

Películas en el diario...

El diario de películas estaba algo muerto desde el principio, y luego tuve problemas técnicos. Creo que se han solucionado y está en marcha otra vez.

De momento he colgado algo sobre Dolores Claiborne, sobre Su otro amor y sobre Media hora más contigo . Sería interesante tener opiniones sobre estas películas. Ahora estoy escribiendo algo sobre Top Gun y sobre Bound (Lazos ardientes). El objetivo es discutir lo mismo que aquí pero con ejemplos concretos.

Algunas reflexiones sobre las imágenes positivas

En los cuestionarios que me van llegando, mucha gente ignora a qué me refiero cuando pregunto por las “imágenes positivas”. El asunto ha salido ya en este blog, pero creo que puede replantearse. Además, el debate en los posts anteriores se solapa un poco con lo que tenía escrito. En cualquier caso, dado que el énfasis aquí es histórico y puede que nos lleve por otra dirección, he decidido publicarlo.

Me parece uno de estos debates escurridizos que han punteado la cultura gay y que no han llevado absolutamente a nada. Así que ya son ganas resucitarlo. Lo hago con cautela: no creo que sea del todo relevante ahora. Pero también fue, al menos entre 1970 y principios de este siglo, un debate central (sobre todo en los países anglosajones, pero en los noventa también aquí). A pesar de que las nuevas generaciones lo consideran una tontería, creo que el tratamiento histórico es indispensable. Y también creo que puede aprenderse algo.

En qué consiste la crítica de imágenes positivas:

Durante décadas la representación de cualquier cosa que oliese a homosexualidad en el cine era negativa. Por “negativa” quiero decir dos cosas. Primero, la construcción visual hacía que los personajes fueran “inferiores”: se representaban como apocados, estimulando una perspectiva de superioridad hetero. Segundo, narrativamente se les adjudicaban finales bastante nefastos: muertes, castigos, infelicidad, suicidio. A partir del auge del movimiento gay en los setenta, una de las áreas de reivindicación es precisamente cambiar estas representaciones, que se asumía producían daño a la percepción de los homosexuales. Es algo que se convierte en un aspecto central de las reivindicaciones y de la crítica gay durante dos décadas. Se convierte en el criterio (político) central para juzgar cualquier película con personajes homosexuales.


Dos casos lo ilustran bien. El primero fue el follón organizado por los gays con el estreno de Cruising, A la caza, en 1980. Se decía (y técnicamente tenían más razón que un santo) que la subcultura gay se trataba, para una vez que salía en cine, como un lugar oscuro, tenebroso, que se relacionaba la homosexualidad con patologías de asesinos en serie, que los vecinos estaban en relaciones incomprensibles, que la película proporcionaba una imagen nada deseable de la comunidad gay neoyorquina del momento. (Una curiosidad: pocas películas dan una imagen tan gozosa de la subcultura gay neoyorquina como ¡Que no pare la música!, con los Village People, más o menos del mismo año. Pero hay un problema: es una película armarizada, la trama es hetero y no hay personajes gays explícitos, aunque lo de Steve Guttenberg no puede llamarse de otro modo, la verdad. No deja de ser significativo que las imágenes amenazadoras fueran explícitamente homo y una película que se refiere a los placeres de ser gay en Nueva York en 1980 se disfrace de hetero). En cualquier caso, es la primera vez (creo) en que un estudio tuvo que responder a las críticas realizadas por el movimiento gay. No retiraron la película, claro, pero introdujeron una “nota clarificatoria”. Los siguientes catorce años, son de apogeo de esta manera de pensar, y tengo la desgracia de haber madurado, como crítico y comentarista gay, en ese periodo, así que no soy totalmente inmune (a pesar de mis esfuerzos). Algo en mí sigue juzgando el tratamiento de la homosexualidad en una determinada película según estos criterios, aunque ahora reconozco lo complicado que es hacerlo así. Pero esto no es nada comparado con el modo en que opinaba en aquellos años (básicamente hasta el 95). Y era el tipo de actitud que sólo daba pie a los heteros que no se sentían cómodos con la crítica gay: decían que éramos limitados, que la película no iba de eso, etc. Mucha gente que respeto, leía algún análisis de este tipo y eso le servía para encogerse de hombros sobre el valor de la crítica desde una perspectiva gay. Bueno, eran otros tiempos.

El film que sirvió para cambiar las cosas fue Instinto Básico (y un punto de inflexión para mí también). Sé que mucha gente odia esta película porque es mala. Pero lo importante aquí es que creó una situación en la que el sector más epicúreo (y queer) entre las lesbianas respondió a las críticas que las feministas lesbianas hacían, exigiendo el boycott. ¿El problema? Como en Cruising, Instinto Básico presentaba a una mujer homosexual asesina en serie. Pero aquí se salía con la suya (la imagen final parece sugerir que NO ha sido “domesticada”, aunque tampoco acaba de entenderse entonces por qué está en la cama con el pitopáusico Michael Douglas). Ciertas lesbianas se sentían cómodas con la imagen que proyectaba Sharon Stone, de mujer independiente, atractiva e inteligente que hacía con hombres y mujeres lo que quería. El pensamiento queer, por entonces en boga, hizo el resto, y el debate entre las lesbianas consiguió resquebrajar el asunto de las imágenes positivas.

Sospecho que el debate siempre nos había parecido aquí irrelevante, aunque no hemos argumentado gran cosa. Aquí, lo de Cruising nos llegó (se describió en detalle en un número de Fotogramas, el mismo en que Terenci Moix y Enric Majó hablaban de su amor), pero no tuvo impacto, así que tampoco llegamos a participar en los debates en torno a Instinto Básico (yo sí, porque vivía en Londres, pero es realmente un momento bastante embarazoso de mi biografía, salí del cine todo dispuesto al boycott para encontrar frente a mí rostros que no entendían nada de lo que quería decir), lo cual puede ser una buena cosa. Sin embargo, es un modo de pensar que empecé a ver cuando ya había perdido su momento, como un eco en algunas críticas de revistas gays de los noventa. Y en la campaña de algunos gays “contra” la imagen que Boris Izaguirre “daba de nosotros”. En aquellos momentos pensé que casi mejor haber tomado el tren en Cruising y habernos bajado en Instinto Básico, pero no debería decir estas cosas que luego tengo fama de ser yancófilo. La lección es que cuando uno no se implica en el debate voluntariamente, puede acabar atrapado por él.

(Esta imagen es de Que No pare la música. Los dos caballeros que pasean de esta guisa por las calles de Greenwich Village acompañados por los Village People son, según el guión, heterosexuales. Y Bush se metió en Irak para salvar al pueblo de las garras de un tirano.)

El caso es que inevitablemente es una manera de ver el cine gay que tiene cierto predicamento, que seduce a mucha gente que tiene las cosas muy claras (no me cuento entre ellos) y a quienes les gustaría que la vida estuviera compuesta de absolutos enfrentados. No es así. Pero creo que sería un poco tonto no aprender de un debate que tuvo su sentido, aunque las discusiones deberían ser más abiertas, menos viscerales, más ponderadas, más conscientes de cómo funciona la representación. Este trabajo parte de que los espectadores son, efectivamente, “insumisos”, que no se creen las representaciones tal como aparecen. Así, creo que al menos dos matizaciones son necesarias para colocar el debate en una perspectiva histórica.

1. En los ochenta no había tanta elección como ahora. La protesta de los activistas tenía cierta legitimidad no como movimiento de censura, sino para exigir que en algún momento también tendría que aparecer otro tipo de representaciones. Este momento llegó en 1982 y quizá el affair Cruising tuvo como efecto positivo el acelerarlo.

2. Hablar de manera inteligente sobre el valor moral de cuestiones de representación homosexual puede conducirnos a hacer reflexiones sobre la homosexualidad como representación y sobre cómo hay una presión para hacerla poco atractiva. Mi argumento sobre Brokeback Mountain va un poco por ahí: vale, la película está bien, pero está hecha para no incomodar demasiado a los heteros. Lo que critico es que la sensibilidad de los heteros ante la sexualidad homo sea tan limitadita. ¿De verdad les habría parecido tan intolerable si se hubieran quitado la ropa o si no hubiera muerto el Jack Twist? Propongo un final "positivo" y melodramático de BBM inspirado en Sirk: Ennis llega cuando está en el lecho de muerte y tienen un final en plan Sólo el cielo lo sabe, reconciliación, y el shock hace que Ennis se ponga a hablar a hablar a hablar a hablar y no pare en un torrente de palabras que explican un amor que duró tanto tanto tanto tiempo. Ya sé que sueno un poco como la policía de las imágenes positivas, pero ridiculizar esta actitud tampoco sirve de nada.

Una pregunta para los fans de Brokeback Mountain


Dejando de lado la polémica y sin dudar por un momento sobre las cualidades de la película.

Y teniendo en cuenta lo anterior sobre historia de la representación de los personajes gays:

¿Podéis justificar el lugar de Brokeback Mountain en esa historia?

Por una vez (y a diferencia de otros posts en el blog) intento conseguir opiniones tan objetivas como pueda ser.

El contexto: en dos posts he intentado bosquejar en cuatro trazos la historia de la representación de los homosexuales a partir de lo que dicen otros autores, que por algún motivo ha derivado en una discusión sobre estereotipos. Me doy cuenta de que Brokeback Mountain, situada al final de esa historia, en realidad encaja muy bien de manera objetiva en la historia del cine comercial y sus problemas de representación de lo homosexual: cierto temor hacia las muestras de afecto, finales infelices para los protagonistas, intento de contrarrestar la presencia homo con personajes heteros, declaraciones por parte de los actores y el director que ellos no son gays. Son problemas que no aparecen en películas de menor presupuesto. Pero a pesar de ello la que se ha llevado el apoyo encendido es Brokeback Mountain. Insisto, dejando de lado cuestiones de calidad, ¿os parece que BBM constituye una superación de estos problemas en la representación de la homosexualidad?

Gracias

miércoles, octubre 04, 2006

Personajes gays (IV): Desde los años ochenta

Segunda parte de la periodización sobre las imágenes de la homosexualidad. Esta semana la cosa ha ido de resúmenes y tal. La semana próxima volveremos a temas polémicos como el siempre jugoso (al menos lo era en los noventa) de las imágenes positivas.

1982 queda como otra frontera que podía haber llevado a algún sitio, pero no fue así. El cine comercial intenta (con cautela y timidez) a ofrecer interpretaciones “positivas” del tema como en Su otro amor, una respuesta al revuelo que causó A la caza. Pero fue otra ocasión perdida. Sus efectos tardan en notarse al menos una década, paréntesis ocasionado por el brutal impacto en la asimilación de la homosexualidad que produjo el sida. Durante los ochenta, en Europa se prefieren adaptaciones literarias y textos de época para representar homosexuales (Un amor de Swann, Maurice). Justo cuando era el momento de revisar el prejuicio que occidente tenía por la homosexualidad, los tratamientos contemporáneos del tema desaparecen. Películas valientes como Compañeros inseparables apenas tienen eco fuera de los EEUU (aquí se estrenó con una campaña totalmente armarizada, igual que El condón asesino). Como los sesenta, se trata de una década que no lleva a ningún sitio y apenas produce tratamientos de interés (aunque hay fans entregados de estas adaptaciones con fondo de campiña británica). Por otra parte, la censura había perdido fuerza y las representaciones eran cada vez más frecuentes en medios menos pendientes de la taquilla. Había una subcultura gay comercial que incluía revistas, encuentros, manifestaciones y que se basaba menos en el cine.

Gradualmente, las cosas se relajan durante los noventa. A pesar de que no hay censura legal hay una censura de taquilla, y Hollywood es tímido en estas cuestiones. Si uno estudia la historia de la censura, se da cuenta de que un largo periodo está presidido por el miedo que tenía el sistema al boycott de las asociaciones católicas (que como veis se han dedicado a la censura desde siempre y en todas partes): cuando se demostró que no era así (el espaldarazo pudo haber sido con Duelo al sol, pero Selznick se acobardó y no les plantó cara), empezaron a relajarse. Aun hoy, el sistema de clasificación provoca terror sobre todo porque el NR-17 reduce el público USA drásticamente, y los de los multiplex (presionados por asociaciones ultraconservadoras y porque se ven a si mismos como lugares para familias) no la aceptan.

Así, el problema parece ser el de cómo hacer la homosexualidad asimilable para el gran público (y por lo tanto conseguir que sea rentable) esquivando la temible NR-17. Las soluciones son Filadelfia, primero, y Brokeback Mountain más tarde. La primera no gustó a los homosexuales en general, la segunda sí. A pesar de tratarse de películas de calidad muy diferente, la estrategia de representación es bastante similar en ambos casos: protagonistas atractivos, sin pluma, sin carga subcultural, el sexo se representa con cierta castidad y sin insistencia, alguien muere, se “equilibra” la trama mostrando personajes heterosexuales que funcionen como anclaje para espectadores presuntamente sensibles (de verdad: ¿es el heterosexual medio TAN sensible?). Entre ambas, una oleada de comedias poco arriesgadas pero que dan señas de normalización: In and Out, The Object of My Affection, La jaula de grillos, todos productos mainstream con estrellas, incluso el personaje gay de Mejor imposible. Al mismo tiempo, empiezan a verse adaptaciones más subculturales de obras teatrales gays de éxito: La trilogía de Nueva York, Jeffrey, Love! Valour! Compassion! En el cine americano, pues, la homosexualidad aparece en el cine comercial de maneras bastante conservadoras (estética y narrativamente) o en personajes secundarios, y se destapa más a medida que nos alejamos del producto de grandes estudios. De nuevo hay una búsqueda de equilibrio entre la taquilla y la normalización.

En cualquier caso, los mejores ejemplos de representación de la homosexualidad los encontraremos en la tradición del cine independiente en los EEUU como en Europa menos preocupada por el espectador medio ( entidad al parecer hetero). Así encontramos un cine que surge de la experiencia gay y que interpela a los gays. Una película como Media hora más contigo, financiada por la propia directora Donna Deitch, constituye un ejemplo de esto, así como las primeras películas de Todd Haynes o Gus Van Sant, que engarzan con el New Queer Cinema de gente como Greg Araki o Bruce LaBruce. Esto resulta mucho menos común en Europa, donde supongo que no se ve la necesidad y donde la industria en un principio permite menos un cine específicamente gay como género. Las películas europeas con personajes homosexuales, desde Taxi Zum Klo (en los ochenta) a Felpudo maldito (a finales de los noventa) contienen mayor ambigüedad, más aristas, representan con mayor complejidad la sexualidad humana. En cualquier caso, terminada la época gloriosa del arte y ensayo, destacan el cine de Techiné y visiones personales como las de Pedro Almodóvar (La ley del deseo, La mala educación) y Alain Berliner (director de la insólita Ma Vie en Rose).

La situación ahora es de una normalización relativa. Es posible introducir personajes gays normalizados secundarios en películas de los grandes estudios, sin asustar demasiado al espectador medio (no es un secreto que los grandes estudios producen material para una edad mental media de quince años, que debe de ser la de sus responsables). No sé si la gama de posibilidades es tan amplia como debería, pero al menos aparecen y las cosas han mejorado. También existen algunas películas comerciales con personajes gays protagonistas (Kiss Kiss Bang Bang). Y hay un cine gay con buena distribución en una red de festivales de todo el mundo aunque pocas llegan a trascender.

Sería interesante estudiar cuáles son, a vuestro juicio, los límites de la representación de la homosexualidad en estos momentos.

Personajes gays (III): Periodización. Hasta los años ochenta



Buena parte del material sobre cine gay se ha basado en la representación, y por lo tanto en los personajes homosexuales. Los libros de Parker Tyler, el clásico de Vito Russo, el de Hadleigh (el único traducido al castellano) y el reciente de Barrios (a mi juicio el mejor de ellos) toman la evolución del personaje homosexual como punto de partida para estructurar la narrativa. Lo que sigue es simplemente un resumen de sus argumentaciones, lo cuelgo como orientación básica y por si podéis sugerir más ejemplos, contraejemplos o una situación diferente en España (en la bibliografía se periodiza sobre todo la cultura estadounidense). He incluído en el resumen alguna pregunta que yo me hago y que cuestionaría la linealidad de esta propuesta.

Así, encontramos tres periodos:

Un periodo de invisibilidad, roto sólo por la presencia de personajes muy secundarios: por ejemplo un sastre en la película de la Warner El enemigo público es claramente gay. El libro de Richard Barrios es especialmente interesante a este respecto. Habla de cómo ciertos personajes interpretados por secundarios (Franklin Pangborn y Edward Everett Horton son los más comentados en todas las fuentes) se “leían” como gays (hay un ejemplo de esto en Celluloid Closet). Me gustaría encontrar equivalentes en el cine español.

En Estados Unidos se refuerza el sistema de censura en 1934. Curiosamente esto sucede porque es la propia industria la que decide autoregularse, supuestamente con el fin de evitar las imposiciones externas. A mí este argumento siempre me ha parecido algo perverso. La homosexualidad está en la lista de cosas que no podían aparecer en pantalla bajo ningún concepto. De nuevo ignoro la situación exacta en Europa, aunque es fácil imaginar que el tema también estaba prohibido, por distinto que fuera el sistema. Evidentemente la Alemania de Hitler lo habría prohibido, la Inglaterra puritana tenía una censura ya fuerte, con lo que no fue necesario introducir cambios. Y aquí entre la Iglesia y el Franquismo se aseguraron de que nada pudiera leerse como gay. Todos los autores coinciden en cómo el periodo de “silencio absoluto” que se extiende hasta inicios de la época de los sesenta hace uso de maneras rebuscadas para sugerir homosexualidad. En general cuando se hace así es para connotar a un personaje negativamente: el ama de llaves de Rebeca, Peter Lorre en El halcón maltés. Aun en estos casos, todo depende de interpretación. La pregunta concreta sería algo así como: en vuestra memoria de espectadores ¿leíais al ama de llaves de Rebeca (por ejemplo) como “lesbiana”? Por supuesto me refiero a antes de leer el trabajo de Russo y otros. No sé. En cualquier caso el cine negro constituye un terreno fértil para estas apariciones fantasma (y por eso he utilizado imágenes de Gilda y Laura para ilustrar este post. La tercera imagen es del personaje de Gaston en Camille, de Cukor). Sobre esto ha escrito un fascinante artículo Richard Dyer, que he traducido para mi antología de textos sobre cine gay de próxima publicación.

En el resto del mundo, la situación no era mejor. Curiosamente, la primera película española en que se podría estar hablando de “un homosexual” es Diferente, de principios de los sesenta (algo tan oculto en su momento que pasó desapercibido al censor y al escaso público que fue a verla). En cuanto a países teóricamente más avanzados como Francia, también encontramos que lesbianas y gays sólo surgen con cuentagotas a principios de los sesenta. El lesbianismo original de las protagonistas de Las diabólicas, de Clouzot, tuvo que velarse en la adaptación cinematográfica. Victim, la primera película británica que habla del tema sin tapujos es de 1962.


Así, parece que 1961-1962 es una “frontera natural” en esta narrativa de imágenes de los homosexuales. Ahora puede aparecer la homosexualidad. Incluso puede tematizarse. Pero las reglas en muchos casos son estrictas. Básicamente cuanta más centralidad tiene el personaje gay en la película, más desgraciado es. Russo, medio en broma medio en serio, acababa su historia con una necrológica. Es la década de La calumnia, A Taste of Honey, Tempestad sobre Washington, El sargento, Reflejos en un ojo dorado, La escalera, La zorra. No es de extrañar que con la llegada de Stonewall el debate se centrara en la necesidad de imágenes positivas. La negatividad es lo que caracteriza todas estas visiones de la homosexualidad (aunque aquí conviene recalcar una de las ideas recurrentes en este blog: todo, incluso las imágenes aparentemente más negativas, es apropiable).



Así Stonewall en los EEUU y el mayo del 68 en Europa constituyen otra de esas fronteras naturales. Aunque la idea de tolerancia no estaba ausente de algunas películas de los sesenta (por ejemplo A Taste of Honey), ahora empieza a reforzarse. Importante es que empiecen a realizarse películas comerciales “desde” la cultura gay. En Europa la homosexualidad aparece con connotaciones políticas. A veces caracteriza al fascismo. Otras caracteriza la resistencia de la izquierda (Una jornada particular). Pero la influencia liberadora del 68 se deja ver sobre todo en la extraordinaria Satiricón, de Fellini, y en las películas de Pasolini de los setenta. En España tenemos un momento de gloria a finales de los setenta, con películas como A un dios desconocido (que se vio como un intento culto de normalización), Un hombre llamado Flor de Otoño (que tiene fans tan insignes como Richard Dyer) y El diputado (que me parece mejor de lo que entiendo por vuestros comentarios). En el cine americano no vemos gran cosa de interés hasta entrados los ochenta. Hay destellos, como Rocky Horror Picture Show, pero el cine que mejor representa tramos de la subcultura gay está armarizado (Que no pare la música). Un director gay como Randal Kleiser hace Grease. De hecho hay muchos directores gays en la época con éxitos comerciales en su haber: Colin Higgins, Paul Bogart, Robert Moore. En cuanto a las lesbianas son prácticamente invisibles hasta 1985 y uno agradece incluso una reelaboración de la lesbiana como vampiro en El ansia o la trama lésbica frustrada de Personal Best.

Espectadores insumisos: un resumen de la hipótesis de partida del proyecto

Este blog lleva funcionando más de un mes. Quería recoger algunos cabos sueltos y dar forma a la argumentación de partida para el libro, que un poco ha ido tomando forma en las últimas semanas a partir de vuestras intervenciones y de lecturas varias.

1. Hay una historia del cine gay que tiene que ver con los modos en que cineastas (y hablo de productores, guionistas, actores y directores sobre todo) han lidiado con “la homosexualidad” como concepto abstracto. Esta historia es una historia de negociaciones, entre lo que el público aceptaba y lo que la censura permitía. Entre lo que se quería representar y lo que el público podría tolerar. Entre el gran público y las minorías. Es una historia de rendimiento de taquilla, de limitaciones, de imágenes cautas, en la que las representaciones de la experiencia homosexual en primera persona son las menos y resultan recientes. Varios autores han contado esta historia.

2. Hay otra posibilidad de hablar de cine gay, mucho más escurridiza y sobre la que también se ha escrito, pero de manera mucho más fragmentaria. Es la que me interesa en este proyecto. Esta segunda posibilidad, basada en la experiencia gay del cine (es decir en el espectador más que en el texto, en la mirada más que en la representación) tiene límites bastante difusos, y esos límites han salido a colación bastantes veces en este blog: a veces las razones por las que consideramos una película determinada como gay son difíciles de fijar, de comunicar. En definitiva hay que hablar de potencial de interpretación de la narrativa, de homoerotismo, de personajes homosexuales, pero también de aspectos biográficos, de algún elemento de azar, de una película que llega en el momento adecuado de nuestras vidas.
3. Ambos tipos de razones (las personales y las textuales) son importantes, pero las segundas son más fácilmente compartibles y pueden dar lugar a lo que he llamado provisionalmente “cinefilia gay”. No está claro que sea un concepto muy central ni en la experiencia gay ni en la experiencia cinéfila. Su alcance es algo que habrá que estudiar.

4. Cualquiera que sea su centralidad, esta cinefilia gay ha existido en nuestro país, al menos de cierta manera. Existió definitivamente en los años en torno a la Transición y afecta especialmente a homosexuales nacidos entre los cincuenta y finales de los sesenta. Hay evidencia de una cinefilia gay en la narrativa de autores gays del periodo y en las páginas de Fotogramas de finales de los setenta: (Míster) Belvedere invocaba a Santa Judy Garland, Massiel se disculpaba ante el FAGC de haber malinterpretado sus palabras, había loas a Sara Montiel y Esperanza Roy, y abundaban los artículos sobre temas gays incluso en la crítica de libros.

5. Esta visión de la cinefilia homosexual es bastante similar a una cultura gay internacional basada en la pluma, la revista, cierta estética gay y el sentido camp. Tiene poco predicamento entre los gays que afianzan sus raíces culturales a partir de los años ochenta: de hecho es rechazada con impaciencia. Pero si es cierto que no es “la única” cultura gay (habría otra más dura, basada en la marginalidad, menos dada a exhibirse), también es innegable que era un aspecto importante de la cultura gay del periodo.

6. Las razones para esto son bastante previsibles: esta generación maduró sin demasiadas posibilidades de reflejo de su propia experiencia. La imaginación empezaba a tener alas a medida que se respiraba mayor libertad, pero no encontraba ecos en las pantallas. Había indicios, pero poca cosa concreta. El cine, con sus imágenes vívidas, las narrativas asimilables, sus aspectos socializables, constituía un ámbito ideal para explorar el propio deseo. Más adelante se impondrán otras alternativas y la socialización resultará más fácil. El cine sigue teniendo el mismo potencial, pero pierde centralidad en la cultura gay.

7. El cinéfilo gay lee las películas de una manera que a veces es fiel a cierto subtexto implícito en ellas. A veces, en cambio, se produce una apropiación que nunca estuvo en las intenciones de los creadores. De nuevo esto muy fácilmente deriva hacia aspectos esencialmente personales de la experiencia cinéfila. Creo que estos aspectos deben formar parte de una historia como la que me propongo escribir. No son objetivables, no son rigurosos, pero existen. Aquí jugaría un papel la “estética gay”, que puede que funcione como concepto, pero ni es exclusiva de los gays ni todos los gays se expresan a través de ella.

8. El espectador gay tal como se define aquí es un ejemplo de “espectador perverso” (prefiero la traducción “espectador insumiso”) que propone Janet Staiger. Para esta teórica estadounidense, las propuestas sobre recepción que asumen un espectador domesticado y obediente que sigue los códigos de lectura tal como se encuentran en el texto, son fundamentalmente limitadas. Toda una serie de aspectos afectan la lectura del film, algunos de ellos no son estudiables. Otros (críticas, campañas publicitarias, sucesos contemporáneos, corrientes sociales, cambios de código, legislación, acceso a imaginería) si lo serían. La insumisión del espectador gay resulta más obvia en la experiencia de los espectadores de los setenta y los ochenta, pero creo que todavía puede funcionar: algunos de vosotros mencionasteis lecturas “insumisas” de X Men. (Atención aquí: creo que en estas películas los significados gays son intencionales, pero no explícitos.)

Por supuesto no son más que propuestas que funcionan para este momento. Pueden cambiar. Muchos de estos temas los hemos tratado ya, pero es ocasión para volver sobre ellos, volver a discutirlos, etc.