sábado, septiembre 30, 2006

CINEFILIA GAY



Como habréis notado, una de las dificultades con que me enfrento en este trabajo (recurrente en este blog y que todavía veo de difícil resolución) es la falta de un concepto de “cultura cinéfila gay” en nuestro país que circule como algo cuya existencia se asume de manera desproblematizada. En otras palabras, uno de los aspectos centrales de mi propuesta inicial (la existencia de esta “cinefilia gay” como algo específico) tiene una existencia, digamos, precaria. Esto puede ser bien porque no existe o porque, aunque exista, no se ha identificado como tal. Se trata de una dicotomía central a la hora de decidir la metodología del trabajo. También habréis notado que me inclino por la segunda posibilidad con todas las matizaciones pertinentes. Aquí voy a fundamentar un poco esta sospecha.

Mis fuentes son, de entrada, anglosajonas. En ellas, la existencia de una cultura cinéfila gay casi se da por sentada (se habla de ella utilizando ejemplos que van de El mago de Oz a Media hora más contigo, de El silencio de los corderos a El ansia), y me consta que viene apoyada por las culturas gays de esos países, ya que hace su aparición en diversas publicaciones, a veces de manera directa, otras como una serie de conocimientos que se presuponen en el lector. Esto no sucede en las publicaciones españolas gays que conozco. Las revistas gratuitas suelen tener reporteros muy puestos en novedades musicales (territorio sobre el que mi ignorancia podría llenar bibliotecas) pero cuyos comentaristas de cine parecen basarse en el material de la distribuidora (es una impresión) o en cualquier caso no parecen muy conscientes de una tradición cinéfila gay. Esto sucede también históricamente: las revistas gays de los setenta y principios de los ochenta que llevo consultadas manifiestan un interés limitado por el cine y no acaban de percibirlo como placer visceral o central. En otras palabras: mucho Muerte en Venecia y poco o nada sobre, por ejemplo, “Gay Club”, “Rocky Horror Picture Show” y otras películas plumíferas del periodo, por no hablar de los clásicos anglosajones mencionados más arriba. ¿Gustaron Su otro amor o ¿Víctor o Victoria? a los gays españoles? ¿Significaron algo para ellos? Es imposible saberlo sin preguntar a la gente intentando que hagan memoria. En comparación, en la cultura anglosajona proliferan desde los setenta fetichizaciones no sólo de Bette Davis y Joan Crawford, sino de los musicales de la Metro. Esto sólo para empezar. Películas como Mujeres, Eva al desnudo, Alma en suplicio, etc, parecen haber sido de gran importancia emocional para los homosexuales anglosajones (no hace falta especificar, pero lo hago: hablo de hombres y mujeres). Son una parte crucial, de hecho, de lo que hasta finales de los ochenta era la cultura gay (reemplazada ya por culturas queer más centradas en la última moda musical o la última película y con poca memoria histórica). Uno sospecha que debería haber una equivalencia aquí.


Sin embargo, cualquier fuente española sobre equivalentes es algo que tengo que localizar: no está presente en la cultura gay tal como se produce. Lo cierto es que si uno lee a los autores gays desde los setenta se encuentra con que, ciertamente, hay una cultura cinéfila específicamente gay, de contornos similares a la anglosajona. Gays españoles insignes, de Vicente Molina Foix , Eduardo Mendicutti, Lluís Fernández y, por supuesto, Terenci Moix o Alberto Cardín, han sido también grandes cinéfilos y en muchos casos críticos de cine. El cine ha jugado un papel central en su obra. A esto habría que añadir una cantidad bastante substancial de cineastas centrales en nuestro canon: Juan de Orduña, Eloy de la Iglesia, Olea, Pons, Almodóvar, Amenábar y Albaladejo (asumo): no sé si hay otras cinematografías que tengan a tantos cineastas gays “mainstream”. Tres de los incluidos aquí se encuentran entre nuestros cineastas más exportados y cuatro o cinco son de los más taquilleros de la historia. (En cambio, anoto, los activistas españoles, de Armand de Fluvià a Beatriz Gimeno o Pedro Zerolo no han mostrado veleidades cinéfilas. Pero creo que tiene que ver más con el impulso activista que con ser gays)

Todo esto apunta a que esa conexión entre ser gay y cinéfilo tiene que existir. Si busco puntos de contacto entre los mencionados, quizá el mundo de la copla sea el único terreno de referencia más o menos compartida y recurrente. Pero tiene que haber más.

¿Qué opináis? ¿Somos especialmente reticentes a dar una dimensión cultural a la homosexualidad en este país? ¿Alguien que quiera justificar esta reticencia? ¿Estoy tratando de imponer patrones anglosajones a una realidad distinta? ¿Y por qué es distinta (o sea, por qué los homosexuales españoles no sienten la necesidad de articular y hablar de una subcultura cinéfila)?¿O simplemente es parte de la reticencia de los gays españoles a verse a sí mismos como entes históricos (algo que, como historiador de la cultura gay española me intriga)?

jueves, septiembre 28, 2006

Ver cine (IV): el crítico y el cine gay

El tema de la crítica resulta bastante espinoso al hablar de cine gay. Pero creo que en este trabajo es algo que voy a tener que incluir, aunque sea para señalar que el problema existe.

Como he mencionado alguna vez, no parece ser una prioridad en los medios de cultura gay en este país. No hay libros de cine y homosexualidad hechos aquí (en los países anglosajones los hay a patadas). Pocos críticos respetados se atreven a tocar el tema (tengo planeado contactar a críticos gays para mi proyecto, así que si alguien puede orientarme se lo agradeceré: a juzgar por sus escritos, tiendo a ver a los críticos de cine que son gays como gente que no estaría nada de acuerdo con mi propuesta inicial de que ser gay afecta al modo en que vemos cine).

Por otra parte, si hablamos de publicaciones especializadas, sin duda en Fotogramas varios de los críticos clave de la revista son gays (alguno de los de toda la vida, creo, por ejemplo, que llegó a salir por la tele), aunque curiosamente permanecen bastante armarizados en sus críticas y comentarios. Esto apuntaría a que ser gay no tiene nada que ver con los gustos cinematográficos de uno. Me resulta, como mínimo chocante. Me parece más lógico pensar que hacen un esfuerzo por ser “neutros” en esta cuestión.

Unas cuantas curiosidades que tienen que ver con la crítica en este país. Cuando uno estudia la trayectoria de críticos gays en los setenta y los ochenta rara vez hablaban de películas gays. Por ejemplo, las críticas de Querelle en las revistas especializadas estaban a cargo de gente bastante homófoba. Por supuesto mi información al respecto es limitada. Es una impresión basada en, por el momento, poca evidencia. Es más: uno de los críticos menos homófobos que conozco es José Luis Téllez (que no era realmente crítico de cine) y, para mi sorpresa, supe recientemente que era hetero. Esto me pasa por asumir desde el estereotipo. Mención aparte merece el muy admirable Antonio Albert, el único crítico que ha escrito para medios no especializados al que no le ha importado soltar alguna “pluma” (simbólica) ocasionalmente. Por lo demás, el “establishment” crítico en este país, gay y hetero, como muestra cualquier revisión de las hemerotecas es bastante homófobo en el sentido que parecen malhumorarse con imágenes positivas de lo gay. Si leemos críticas tempranas a Almodóvar (en la primera mitad de los ochenta), vemos cómo hay insinuaciones de bastante mal gusto por parte del crítico (por ejemplo en Dirigido por). Yo recuerdo homofobia soterrada en La Cartelera Turia, de Valencia, en los ochenta, a pesar de que uno de sus colaboradores de entonces es gay (y hoy cineasta). No sé si la cosa cambió. En general, nuestros críticos tienden a carecer de sentido del humor y no tienen ni idea de lo que es camp. Pero vamos, ni idea.

Por último, a juzgar por los cuestionarios que llevo leídos, son los propios gays los que tienden a negar que ser gay tenga mucho que ver con los gustos cinematográficos, aunque la lógica y la evidencia sugiera lo contrario. Hmmm.

Continuará.

Y la pregunta: ¿Tenéis la misma impresión que yo? ¿Opiniones fuertes sobre el ejercicio de la crítica en este país? Me interesa en especial algún recuerdo que tengáis de homofobia o homoerotismo en críticas de los ochenta o los setenta. ¿Leíais críticas de cine? ¿Encontrabais lenguaje homófobo en ellas?

lunes, septiembre 25, 2006

Creadores gays, estética gay


Para algunos autores, la etiqueta “cine gay” debería aplicarse sobre todo al realizado por creadores gays (o sea la tradición que Dyer utiliza en su libro sobre el tema, de Sagan a Genet o Fassbinder): es decir, el tema que expresa, más o menos en primera persona, una estética o una experiencia homosexual. El tema de los creadores gay en cine me parece tan espinoso como el de la “estética gay”. En muchas ocasiones van juntos, de manera, a mi juicio, forzada.

En mi proyecto he optado por priorizar al espectador y no al autor. No es que crea que es la única manera de hablar de cine gay, pero sí me parece menos explorada. En cualquier caso, hay espacio para otras reflexiones, y aunque lo que podemos llamar el “dato biográfico” me parece una clave importante a la hora de hablar de cine gay, se me plantean los siguientes problemas:

1. Es difícil establecer una historia continua de “creadores gays” y “estilo gay”. De alguna manera, la categoría no es lo suficientemente concreta como para que tal historia tenga sentido, y además no siempre se expresa, no siempre se tiene la información, con lo cual dicha historia estaría llena de huecos y equívocos. Sería una historia incoherente e informe.

2. Hay diversas configuraciones de lo que significa “ser gay”. Para algunos se basa en una “sensibilidad”, para otros en un sentido de la estética, para otros de homoerotismo. Hay directores gays que unas veces son preciosistas u homoeróticos y otras veces no. Cualquier historia tendría que tener en cuenta varias líneas de desarrollo en estos campos.

3. A veces hablamos de directores que QUIEREN expresarse como gays (Araki, Bruce LaBruce, el Haynes de Velvet Goldmine) y en otros casos la pluma aparece “a su pesar”. Mientras que los primeros buscan complicidades con el espectador gay, no creo que Cukor o Edmund Goulding tuviesen la menor intención de pasar por mariquita ni de interpelar a espectadores gays. Más bien al contrario. Tampoco creo que las implicaciones de la homosexualidad de Nicholas Ray en sus películas sean las mismas que las de Cukor. No podemos ponerlos a todos en el mismo saco. Decir que Cukor y Haynes pertenecen a una misma tradición (que incide en el cuidado visual, el preciosismo ocasional) es hasta cierto punto verdad. Pero también es muy falso.

4. La “estética gay” se ha convertido en un cliché subcultural, y ahora la utiliza todo el mundo. Supongo que se trata de algo que empezó en los ochenta con los vídeos de Madonna. Baz Luhrman es fan, por ejemplo, y no es gay. Hay estética gay en Moulin Rouge y Strictly Ballroom (una película SUPER gay) pero el creador no tiene nada de gay. Bueno, algo sí, porque es de Sidney, pero no en el sentido, digamos, experiencial de la palabra. Del mismo modo, la estética de Sirk se parece a la que estereotípicamente se considera gay, y Sirk no tenía nada de gay. Es una trampa asociar estética gay y aspectos biográficos. En ese caso ¿qué sentido tiene hablar de estética gay?


5. En cualquier caso, al hablar de creadores gays, no hay que restringirse a la puesta en escena. Hay que hablar de otros creadores como guionistas (Arthur Laurents), coreógrafos (Jack Cole, por ejemplo), decoradores, etc. No sé si hay un “montaje” gay, aunque sin duda hay directores de fotografía gays, y su influencia es importante.

jueves, septiembre 21, 2006

Cuerpos homoeróticos

Una cuestión que quería tratar es qué convierte un cuerpo atractivo de un actor en un "cuerpo homoerótico" en la ficción cinematogáfica. Igual es hablar un poco del sexo de los ángeles porque lo que estoy viendo en los cuestionarios es que para muchos de vosotros no hay diferencia: si en una película sale Brad Pitt, o Steve McQueen, o alguien que nos guste, veremos un aspecto homoerótico y punto. Aquí, como siempre, trato de complicar un poco la cuestión.

Yo diría que hay películas que nos invitan a mirar el cuerpo masculino como objeto del deseo a través de decisiones de trama o puesta en escena, y lo hacen explícitamente.

(Dejo para otro momento el tratamiento del cuerpo femenino como objeto homoerótico (lésbico), aunque si me podéis dar ideas sobre cómo aproximarse al tema os lo agradeceré: según lo veo es un tema diferente debido a la asimetría entre la representación del cuerpo erótico masculino y las tradiciones iconográficas en torno al cuerpo femenino. El cuerpo femenino desnudo, incluso en escenas lésbicas, tiende a ser efecto de una mirada hetero que se consideraba opresiva. Me pregunto, por ejemplo, si las lesbianas pueden "reapropiarse" estas cosas o el hecho de que se trate de imágenes opresivas impide que se consideren "correctas").

La invitación a convertir el cuerpo masculino en objeto se hace a nivel narrativo o simplemente a nivel visual. El ejemplo que siempre pongo en clase es Picnic, una película en apariencia muy heterosexual. Pero en los cincuenta había pocas películas que construyeran el cuerpo masculino como objeto del deseo de una manera tan machacona. Jope, si parece que el William Holden no puede esperar a despojarse de la camisa. Lo hace a la menor ocasión. Y los guionistas han imaginado toda una gama de ellas, incluyendo sesión de trampolín seguida de ducha.
Y cuando él se la deja puesta porque tiene frío el pobre, RAAAAS, allá va Rosalind Russell y se la arranca. Es la camisa menos permanente de la historia del cine. La desnudez masculina tendía a connotar poder, fuerza, testosterona. Aquí (como en Un tranvía llamado deseo) connotaba atractivo sexual. Y esto se refuerza en la trama: mujeres de todas las generaciones, desde la anciana Mrs Potts, la Rosalind Russell, la madre, Kim Novak y la hermana adolescente, TODAS (y yo creo que un poquito Cliff Robertson también) no hacen más que mirar y mirar y mirar la musculatura de William Holden (¿o seré yo?)Pero por supuesto no es el único modo de hablar de homoerotismo. Hay aspectos que tienen que ver con como se posiciona el cuerpo, cómo se recrea la cámara. Esto no sucede en TODAS las películas de Steve McQueen o Brad Pitt. Hay que disponer el cuerpo de una manera concreta, ofrecerlo a la mirada, como un gesto que va más allá de la necesidad narrativa. El plano de arriba de Querelle, por ejemplo, creo que no lo exige la historia. Se dirige a una mirada de deseo. Brad Davis es el objeto más homoeróticamente hermoso que ha habido o habrá en una pantalla ;-)
(Otra idea aquí: ¿Hay bellezas que son esencialmente homo? Lo digo porque no conozco rapsodias de mujeres heterosexuales en torno a gente como Brad Davis. Tienden a preferir a chavales insuslsos como Orlando Bloom, que no es nada homoerótico, creo. Estaría bien tener opiniones al respecto).
La idea aquí es que planos que traten el cuerpo como un objeto de contemplación no salen por casualidad. Hace falta que alguien los estructure, que la luz venga a resaltar los encantos de uno. De hecho, en parte lo del homoerotismo es cuestión de luces... Como prueba, aquí hay una imagen de Sebastiane, de Jarman, que se apropia para una mirada homosexual toda una iconografía (que para algunos SIEMPRE ha sido homoerótica), algo que también se reproduce en la trama.


La tercera idea que se me ocurre es la de por qué hablamos de "homoerotismo" cuando deberíamos hablar simplemente de "objetos del deseo". Después de todo, en el primer ejemplo, el cuerpo es observado dentro de la narrativa por mujeres, no por otros hombres. Esto es una cuestión que siempre me ha interesado, pero no tengo una buena respuesta. Al igual que en un post anterior me preguntaba por la existencia de iconos masculinos para las lesbianas, estaría bien tener comentarios al respecto: ¿existe una tradición femenina heterosexual de mirar el cuerpo masculino? (una matización: hablo de las décadas anteriores a los años noventa del siglo pasado: entonces se produce un cambio que habría que pensar por separado). Supongo que tiene que ver con que los directores suelen ser hombres y también con que culturalmente a la mujer heterosexual no se le ha alentado a mirar el cuerpo. No es que no lo haga, es que se ha creado toda una mitología de negatividad al respecto. De momento, constatar que dos de las películas de este post son de directores gays. En cuanto a Picnic, en realidad la estructura mencionada es idea del dramaturgo gay William Inge.

miércoles, septiembre 20, 2006

Ver cine (III): Cuando las películas hablan de nosotros...


Una de las experiencias más fascinantes como cinéfilos es ver cómo nuestras vidas parecen reflejarse en las pantallas. Entre quienes ven sus vidas a través del cine (al menos de vez en cuando) hay gente gay y gente que no es gay. Sería interesante reflexionar sobre qué hace la experiencia gay especial en este sentido (es decir, suponiendo que lo sea). Pero de momento, podemos asumir que tal experiencia es especial y tratar de explicar en qué consiste.

La propuesta requiere todo tipo de matizaciones. No sucede a todo el mundo, y muchos son cinéfilos y disfrutan del cine sin esta conexión emocional / de identificación biográfica / de fan. Hay gente que no necesita películas ni nada para dar sentido a sus vidas. Yo siempre los he envidiado (o no, según se mire). Otros sí. La importancia de este modo de “ser espectador” es, pues, relativa. Sin duda muchos compañeros especialistas me advertirían que no diera a esto demasiada importancia, y puede que tengan razón. Con todo, creo que es una parte de las relaciones entre ser espectador y gay de la que hay que hablar.

Algunas ideas. Para los gays de cierta edad (especialmente la mía y las anteriores, pero también más jóvenes en muchos casos) el cine era una “ventana abierta al mundo” que nos permitía acceder a experiencias e imágenes, a actitudes con las que en nuestro entorno real no podíamos dialogar. Así, prescindíamos de ciertos aspectos de las tramas (siempre explícitamente heterosexuales) y nos centrábamos en cuestiones visuales, emocionales o reinventábamos las identificaciones en contra de las prescritas por nuestro entorno. Es difícil hablar de esto sin recurrir a los aspectos biográficos (algo que se trasluce de vuestros posts). Para mí, películas como Picnic, Ricas y famosas, Esplendor en la hierba, Noches en la ciudad (Sweet Charity), las adaptaciones de Tennessee Williams o Sólo el cielo lo sabe, por ejemplo, llegaron justo en el momento oportuno para que entablase un diálogo con los conflictos de los protagonistas. Cuando uno lo piensa, y cuando uno abstrae lo que tiene que abstraer, Esplendor en la hierba habla de un tipo de relación que, en 1980, podía ser mucho más relevante para un gay que para un hetero. Sí, los sentimientos son iguales para todos, pero toda una serie de aspectos (incluída la referencia al deseo como enfermedad mental) tenían resonancias con nuestras vidas. Y el final nos animaba a seguir adelante.

Esto no significa que un hetero no pueda disfrutar de esta película o que un gay sólo pueda consumirla de este modo. Pero sí sugiere un modo de leer películas que establece el cine como frontera entre textos públicos (con tramas heterosexuales) y emociones privadas (que en el caso de los homosexuales eran siempre difícilmente comunicables). La necesidad de un proceso de apropiación más o menos radical se presenta en este caso como acuciante. Es posible que las cosas sean distintas ahora, ciertamente hay otras alternativas, sin duda la necesidad no es “acuciante”. Aunque supongo que este tipo de mecanismos sigue funcionando en algunos ámbitos y para algunas personas.

En fin, ¿tenéis ejemplos de películas que no tengan “tema gay” pero que, de alguna manera hayáis leído en términos gays? ¿Habéis establecido diálogos de apropiación, lecturas contra la narrativa explícita? Incluso, yendo más lejos, ¿hay alguna película no explícitamente gay que os haya inspirado decisiones o comportamientos?

lunes, septiembre 18, 2006

Proyecto: cuestionarios, foros...

Adivinanza (fácil): ¿A qué importante película gay pertenece la imagen de la foto?

Como sabéis, este blog es el "laboratorio" (o la cocina) de mi proyecto sobre el cine y los gays en España. Espero que a lo largo de los meses, se irán aclarando cosas y el proyecto irá tomando forma.

Además, estoy haciendo circular unos cuestionarios. Es importante recoger tantos como sea posible, ya que así puedo comparar respuestas, recibir opiniones de manera más sistemática. Son confidenciales, aunque obviamente se piden datos estadísticos relevantes. Las secciones son más o menos las que vamos tratando en este blog.

Los cuestionarios me los podéis pedir por email. También he enviado copias, de momento, a la librería Berkana (Madrid) y a las librerías Antinous y Cómplices en Barcelona. Quien quiera hacerlo a mano lo tiene allí a su disposición. Los iré recogiendo según lleguen.

Tendré que seleccionar algunos para hacer entrevistas personales más a fondo. En el cuestionario hay una sección en que se pregunta si en principio os gustaría dejaros entrevistar. Pensaba viajar a Madrid, Barcelona y Valencia para esto, pero tendré que concretar datos.

Finalmente, estoy organizando un foro en la librería Berkana para mediados de octubre. De nuevo se trata de hablar de estos temas, compartir experiencias, etc. Estaría bien veros allí. Avisaré el día y la hora cuando me lo confirmen. Hay planes para otro foro similar en Barcelona.

viernes, septiembre 15, 2006

Sobre Brokeback Mountain y la recepción del cine gay

Teníamos que hablar de Brokeback Mountain en un momento u otro. Y veo que hay varios fans por ahí, así que me meto en este terreno pantanoso. Espero que los fans sean clementes conmigo. Lo único que trato de hacer es ir más allá del entusiasmo (bastante acrítico) que ha despertado esta película y relativizar un poco su impacto.

La mañana después de los Óscar, decepcionado por el resultado, me sumergí de cabeza en la blogosfera para encontrar un motivo, y lo que vi fue una serie de fans arrebatados proponiendo teorías conspiratorias. Y el caso es que sospecho que hasta cierto punto tenían razón, pero, seamos honestos: ¿Cuándo ha ido el óscar a la mejor película a una película realmente buena? Cielos, han ganado cosas como Bailando con Lobos, Una mente subnormal (o como se llamase aquello) o, el colmo, Paseando a Miss Daisy (¡El año de Haz lo que debas!). La cantidad de películas inanes que ganan óscars es brutal, y a pesar de que mi corazón estaba con Brokeback Mountain, Crash es mejor que una buena parte de las ganadoras en los últimos veinte años.

Lo importante aquí es que los seguidores de Brokeback Mountain eran gays y los comentarios en los blogs estaban hechos DESDE una perspectiva gay. Esto me parece interesante: los gays son, como los cristianos, los judíos, los ecologistas, un grupo que opina. Hace sólo diez años esto no habría tenido casi difusión. Brokeback Mountain era "nuestra" película, por fin una película sobre "nuestra" experiencia, de la que nos podíamos sentir orgullosos. Se consideraba (y algún post en esta página va por ahí) una película clave, innovadora, la mejor película gay de la historia y, para algunos, la película que iba a cambiar la representación de lo gay en el cine y que daría lugar a secuelas.

Hmmm.

Voy a dejar de lado el hecho de que, a diferencia de muchas otras "películas gays", Brokeback Mountain es espléndida. No sólo la factura es impecable, hay un tratamiento del espacio en términos simbólicos (para mí, Brokeback Mountain, el lugar, es una metáfora del armario), está realizada con gran inteligencia, con ideas, etc. Pero como digo, dejo esto de lado. Me centro en la cuestión del impacto, de la recepción.

Una pregunta menos tonta de lo que parece a primera vista: ¿Por qué se atribuye tanta importancia a Brokeback Mountain?

Hago una lista de algunas razones que habéis sugerido y que he ido recogiendo por ahí:

1. Por fin una película comercial de calidad que habla de la experiencia gay. Está bien porque es accesible a los heteros que así pueden conocer "nuestra experiencia"
2. Introduce la homosexualidad en un género, el Western, que solía ser muy hetero.
3. Los protagonistas son atractivos.
4. Habla de las relaciones "como realmente eran". Sin plumas o aspavientos. Después de todo, dicen por ahí, la mayoría de los homosexuales no tienen pluma, etc.
5. La representación de la homosexualidad es "revolucionaria" para el cine comercial: los protagonistas tienen una relación sexual, no se hace de ellos un espectáculo, etc.

Imagino que tenéis más razones, y estaría bien ir poniéndolas aquí.

Lo que a mí me parece es que ninguna de esas razones justifica el fenómeno de esta película. Desde 1983 llevamos oyendo periódicamente que hay una película gay que POR FIN (y esto es la clave) representa la homosexualidad como realmente es y va a normalizar a los gays en el cine comercial. Esto suele desembocar en una pequeña oleada que se salda con tres fracasos comerciales y un regreso al armario de celuloide. El impacto real de esta película se verá. De momento los intentos de volver a "tratar el tema" van mal y Hollywood siempre tiene un ojo puesto en la taquilla.

En cuanto a las razones de los blogeadores del mundo, hay contraejemplos de todas ellas.

1. Una película como Filadelfia ya hablaba de la experiencia homosexual (discriminación, despido, sida) y de la homofobia. Es verdad que se cubría las espaldas dando mucha importancia a Denzel Washington. Y Maurice era una película de amor con una trama muy cercana a Brokeback Mountain. Y es de finales de los ochenta.

2. Brokeback Mountain NO ES UN WESTERN (dice Alberto exasperado ante la unanimidad crítica). La crítica hetero y los armarizados no hacían más que enfatizar esto como para resaltar la innovación genérica. Pero es otra cosa. De hecho, para mí, la adscripción genérica es el melodrama. Como en las películas de Douglas Sirk (Sólo el cielo lo sabe), los personajes se enfrentan a una sociedad que no les admite. Así no tenemos a los gays como vaqueros, sino como protagonistas del melodrama sumidos en una situación que tiene que ver con sentimientos que sólo se expresan con gran dificultad. Mucho menos macho. Y menos raro.

3. Lo de que los protagonistas gays sean atractivos no es tan inusual. Citar otra vez Filadelfia y Maurice (películas que, matizo, me parecen bastante inferiores a Brokeback Mountain, pero también se hicieron hace mucho tiempo). Y por no hablar de Querelle. Nadie será nunca tan atractivo como Brad Davis en Querelle. Que además se presentaba con un homoerotismo (con una mirada homoerótica) que está ausente en la película de Lee.

4. La pluma no me preocupa en absoluto. Si queremos una normalización, será consiguiendo que tener pluma no lleve a discriminación. Odio esta idea de que la normalización sirva para planchar ciertos aspectos de la cultura gay. Algunos (muchos) tenemos pluma. Otros no la tenemos. Y DA IGUAL. Por lo demás, por supuesto ha habido homosexuales sin pluma en el cine comercial (Another Country, Magnolia, Su otro amor, Alex Karras en Victor Victoria, Fassbinder en La ley del más fuerte, Eusebio Poncela en La ley del deseo, por no hablar de Steve Guttenberg en Que no pare la música etc etc etc etc etc).

Por otra parte, El cine no tiene ninguna obligación de presentar las cosas "como son". En cualquier caso, para mí Trick, Miradas en la despedida, Los juncos salvajes, Compañeros inseparables, The Hanging Garden, por ejemplo, representan las cosas "como son" para algunos de nosotros. Una nota aquí: uno de los problemas no está en que no haya imágenes positivas de los gays en el cine. Desde los años noventa las hay a patadas. Pero los gays son bastante snobs al respecto y no van a ver "películas gays" porque "son malas" o porque "son limitadas". En cambio sí consumen bodrios como Misión imposible III, que probablemente "es buena" y "da una visión amplia de la vida". La paja en el ojo ajeno...

5. En el cine comercial ha habido varias representaciones normalizadoras de la homosexualidad (algunas se ven arriba). Cierto que pocas tan exitosas, pero esto nos lleva a pensar que lo que hace distinta Brokeback Mountain es su éxito, no un elemento intrínseco de la película. Yo creo que Dioses y monstruos era muy normalizadora. Y establecía una complicidad encantadora con los espectadores gays a partir de la mirada llena de inteligencia de Ian McKellen. Director gay, guionista gay, actor gay, perspectiva gay, personaje gay...

Por último, es verdad que los heteros han ido a verla se debe a varios motivos.

Primero, a que ya era hora. Es un signo de los tiempos que ciertas manifestaciones de la homosexualidad son aceptadas. PERO EN CIERTOS TÉRMINOS. Eduardo II hablaba de homosexualidad, pero en términos homoeróticos y políticos. Resultado, fue "guetificada" por crítica y público.

Segundo, a que la película llega hasta donde tiene que llegar para que no se asusten los heteros (que siguen sin parecer muy preparados para la cuestión homoerótica).

Tercero, a que la crítica ha enfatizado la "calidad", la "innovación de género" (el dichoso Western Gay), al tiempo que aseguraba que "esto no es cine gay, es simplemente buen cine" y tranquilizaba a los espectadores que aquello no era una arrebato activista. En el cine de Londres donde la vi, el programa aseguraba a la clientela de que era una película sobre "una amistad que dura más de veinte años". No vi ninguna crítica en un medio de amplia difusión que señalase "la homofobia" como el problema central de la película. Es, para ellos, una "historia de amor". Vale, tíos. El problema es lo cabrones que eran (son) los heteros homófobos, patológicos, etc, no "el amor".

Cuarto: la película acaba mal. Los homosexuales sufren. Parece cosa baladí, pero esto hace que las cosas vuelvan a su cauce al final. No es preciso, pero qué casualidad que la película de "tema gay" más exitosa tiene, como las menos exitosas, un final infeliz para los protagonistas. Y cierto que "las cosas eran así", pero bueno, en Sólo el cielo lo sabe también "las cosas son así" y Jane Wyman se queda con Rock Hudson.

Finalmente, no es una película subcultural en absoluto. No están invitando a los heteros a disfrutar de la cultura gay en términos gays. En términos de perspectiva, The Rocky Horror Picture Show era una película mucho menos conservadora y más rompedora que esta. Y es de 1975. O sea, de hace treinta años. Y también la ha visto mucha gente, entre ellos muchos heteros de mentalidad abierta, menos pacatos que aquellos cuyas sensibilidades Lee y su equipo "no querían herir". Creo que tendríamos que dejar de preocuparnos de una vez por las "sensibilidades" de los heteros.

No me crucifiqueis, estoy haciendo de abogado del diablo. Pero el tema que interesa es si somos tan acríticos con Brokeback Mountain por razones textuales (creo que no) o simplemente por su impacto, que es cosa externa a la película.

Por supuesto es muy bonita.

jueves, septiembre 14, 2006

Personajes gays (II): Entre lo homosocial, lo homoerótico y lo homosexual

Las tres fotos en este post muestran a tres parejas en las que hay cierta ambigüedad, más o menos buscada.

¿Qué pensáis?

Son fotos que permiten comentarios sobre qué significa, en realidad, "ver" homosexualidad en el cine. Yo me pregunto cuánta gente habría notado los dos primeros ejemplos sin ayuda, y sin embargo los críticos dan por sentado que se trata de representaciones importantes. Otra cosa que me planteo con este tipo de imágenes es qué rasgos hacen insinuar cierto homoerotismo y para qué se utiliza la insinuación.

La primera es la que forman John Ireland y Montgomery Clift en Río Rojo, de Hawks. En esta escena, comparan... pistolas, con todas las connotaciones fálicas que se quiera. Por supuesto en esta película los críticos han hablado más de la relación entre Clift y John Wayne. Interesante aquí son los rumores sobre la vida privada de Montgomery Clift, que quizá añaden una capa extra de "insinuación". Por supuesto tenéis todo el derecho a decir que aquí nadie veía nada antes de los ochenta. ¿O sí?
La segunda es de Extraños en un tren, de Hitchcock. Si la alegre homosocialidad en Hawks puede connotar una camaradería homoerótica "sana", en Hitchcock rasgos que remiten a la homosexualidad siempre sirven para reforzar el hecho de que los personajes están desequilibrados. Bruno (el actor Robert Walker, que estuvo casado con Jennifer Jones), en este caso, se supone que está como una cabra. La connotación como homosexual está, creo, en sus miradas, en sus gestos algo infantiles, el tono meloso de su voz, el modo de vestir cuidadoso, el modo en que "entra" al tenista Guy Haynes. De hecho la escena del encuentro "huele" a ligue gay. Y, de nuevo (¿coincidencia?) tenemos a un actor, Farley Granger, que era gay (fue el novio del dramaturgo y libretista de West Side Story y Gypsy Arthur Laurents). Hitchock lo había utilizado ya para sugerir algo homoerótico en La soga.
El tercer caso es el más extraño, la película española Krámpack. El final me pareció que olía a chamusquina. Como recordaréis, el protagonista Fernando Ramallo se queda frente al mar como dudando entre las chicas y los chicos. Tenía dudas sobre si lo había interpretado bien: después de todo, toda la película conduce a que pensemos que el personaje es gay. Pues escribí a la productora y lo pregunté. Lo que me respondieron es que "tenía toda la vida por delante para decidirlo" o una evasiva de ese tipo. Hmmmmm.... A ver, si el protagonista no está descubriendo que sus sentimientos por el personaje de Jordi Vilches son homoeróticos, ¿DE QUÉ DIABLOS HABLA LA PELÍCULA?

¿Qué es el cine gay?: (IV) Mirada Camp

Estoy de regreso (¡Con la quinta temporada de A dos metros bajo tierra!) y continúo con la cuestión de la delimitación del campo. Decíamos que al hablar de cine gay podemos hacerlo según la experiencia subjetiva o erótica del espectador, según la "estética" gay de los autores y según la representación de personajes. La cuarta propuesta de aproximación es lo que en muchos ensayos, sobre todo de los ochenta y los noventa, se llama "la mirada camp".

Cierto, alguien a quien no solían faltar palabras u opiniones, como Susan Sontag, se dio por vencida a la hora de definir lo camp. Pero esto fue hace muchos años, y desde entonces Babuscio, Dyer, Sedgwick, Doty y otros expertos nos han ido aproximando. Yo creo que lo que se deduce de su trabajo es que lo camp ya no es una estética. Quizá una sensibilidad. Aunque yo prefiero verlo como "un modo de leer". A veces a contracorriente, consciente de que ese no es el modo en que algo se ha escrito.

Dicho de otro modo, creo que las imágenes o las películas no son camp, lo que es camp es el modo en que las vemos. Notamos, por ejemplo, que Joan Crawford ya estaba muy mayor para hacer de jovencita en los años sesenta o que a Sara Montiel no le salía muy bien hacer de inocente.

El concepto no existe en castellano, nuestros críticos no han estado muy interesados en estudiarlo. Sin embargo los gays practican la mirada camp aquí tanto como en cualquier otro sitio. La mirada camp nos distancia de lo que vemos: al proyectarla sobre una película de Sara Montiel, perdemos interés por la trama y empezamos a fijarnos en los trajes, en lo imposible de la narración, en la exageración, en "Sara como estrella", en lugar de como personaje. Para mí es importante que esta manera de leer "oblicua" sea compartida por muchos gays: se socializa. Así la mirada camp se sitúa entre la experiencia subjetiva del cine que mencionaba en el primer post de esta serie y una socialización. Para muchos, la mirada camp es una manera de entrar en la cultura gay. Hoy puede resultar algo superflua, pero antes de los setenta era un modo clave de establecer complicidades.

Uno de los mejores puntos de partida para el concepto lo da Eve Kosofsky Sedgwick en su indispensable Epistemología del armario. Para ella lo más importante de la mirada camp es que al ver ciertas películas el espectador gay sospecha que quienes han hecho aquello también son gays. A mí me pasa, por ejemplo, con el número Ain´t There Anyone Here for Love de Los caballeros las prefieren rubias. Y recuerdo que fue reconfortante descubrir con los años que, efectivamente, el responsable de aquello era el coreógrafo gay Jack Cole.

Esta sospecha, en toda su indeterminación caracteriza la mirada camp en principio, al socializarse se convierte en un concepto gay.

Es un tema complejo porque nos fuerza a ver el cine como ejercicio de la mirada y como apropiación. Lo importante no es "lo que hay ahí", sino "cómo lo vemos"

Podéis decir que en esta formulación, lo camp no es necesariamente gay. ¿Habría un camp hetero? Yo creo que sí, por ejemplo en las películas de Kevin Smith. El problema es que, dado que ser hetero no requiere establecer complicidades secretas, que es un mundo fácilmente socializable de mil modos, el camp hetero carece de centralidad cultural y no se ha desarrollado como subcultura.



martes, septiembre 12, 2006

Estrellas (II): una cuestion sobre iconos lesbicos


Al hablar de iconos se me ocurre una pregunta que quizá marca la diferencia entre los chicos y las chicas a la hora de crear iconos y "santificar" estrellas.

En general se habla de dos modos en que un icono funciona para los chicos. Por una parte esta la estrella icónica. Hemos hablado de esto en la entrada sobre Joan Crawford. Otras son Garland, Dietrich, Saritísima y Lola de España. En estos casos, el espectador "quiere ser" o emular el icono. No hablo de querer ser Sara Montiel exactamente, sino de emular lo que "Sara Montiel" como personaje, era en sus películas. O el personaje que con escasas variaciones Dietrich representa en las seis películas de Sternberg. Hay cierta "identificacion". (Por supuesto muchos hombres consideran esto algo embarazoso y preferirían que no se hablase de ello demasiado, ya que "estereotipa" a los homosexuales y los feminiza, pero es parte central, al menos históricamente, de la cultura gay, y para demostrarlo aquí estamos las legiones de admiradores de Davis, Crawford y compañía)

El segundo modo es algo mas obvio, quizá menos relevante y tiene menos interés (aunque ya veremos algo al respecto). En lugar de querer "ser" el icono, uno quiere "abalanzarse sobre" el icono. Por decirlo de alguna manera. Ejemplos cada uno tenemos los nuestros, pero véase mi rapsodia adolescente sobre las carnes de Richard Gere más abajo como ejemplo.

Con las chicas no acabo de ver si esta distinción funciona. En mis paseos por foros lésbicos veo iconos, pero siempre son mujeres. Esto puede parecer lógico pero no refleja la distinción entre "querer ser" y "querer abalanzarse sobre". La distinción es borrosa y me gustaría que la comentaseis. Por ejemplo, imagino que la adoración por k.d. lang es de tipo "querer ser" y la de Angelina Jolie es más del tipo "querer abalanzarse sobre". Con Garbo de nuevo el primer tipo (?). Y quizá con Jodie Foster los dos. Fuera del cine, hay, sin duda miles de iconos (todos mujeres) que se plantean como dignos de emulación: Djuna Barnes, Bronte, Austen, Colette, etc. Pero no suele haber hombres. Y de nuevo no hay una relación erotica-visual.

En definitiva, existen iconos sobre los que os gustaria "abalanzaros" (y quiza el problema es que la pregunta esta mal planteada porque parece que esto de abalanzarse suena un poco a cosa de hombres) pero no se quiere, necesariamente ser. Y sobre todo me sorprende (no mucho, pero me parece interesante) que no tengais iconos masculinos, ni siquiera como objeto de emulacion. ¿Hay una subcultura lésbica de adoración de cierto tipo de hombre, simétrica con la subcultura masculina de adoración de mujeres (que por cierto ha sido criticada por el feminismo, pero a esto me referiré en otro momento)?

Así la pregunta (que ya digo puede estar mal planteada, a veces sucede) es ¿Tenéis contraejemplos a estas ideas? Hay actores (hombres) que tengan pedigrí dentro de la cultura lésbica? ¿Podéis citar más ejemplos de iconos que de alguna manera han funcionado como ejemplos a emular en vuestras vidas como lesbianas?

viernes, septiembre 08, 2006

¿Qué es cine gay? (III): Personajes gays













De los cuatro criterios para delimitar el escurridizo "cine gay" supongo que el central y aquel al que más gente suscribirá es este: películas que representan a personajes gays (en la foto, Victim). De hecho, dados los cambios de las últimas décadas es ya posible delimitar el cine gay como aquel que representa a "personajes gays de manera positiva desde una perspectiva gay". Después de todo lo que llevo escrito es fácil entender por qué esta última definición me parece excesivamente limitada: lo gay es un proceso, no un simple texto.

Sin embargo el modo en que se representan los personajes homosexuales es algo que todo el mundo puede ver. A diferencia de cosas como "la estética gay" se trata de algo claro, en lo que todos podemos estar de acuerdo. En general un personaje aparece como gay o no (siempre con la excepción de Steve Guttenberg en Que no pare la música ;-)).


Como cualquier historia del cine gay señalará, un buen punto de partida (por su centralidad cronológica) para estudiar la representación de personajes gays serían los años en torno a 1980, cuando encontramos el primer “florecimiento” de un cine gay de imágenes positivas después del imperio del estereotipo patológico o depresivo. Son los años de Su otro amor, Victor/Victoria, Media hora más contigo y otras. Es un pequeño oasis antes del duro golpe que supuso el sida en la percepción de los homosexuales. Hay que decir que ya antes hubo films en los que la homosexualidad aparecía presentada de manera positiva, pero eran a menudo minoritarios y tenían poca circulación. La presencia de lo gay en el cine comercial era importante. Esto nos invita a mirar, por una parte hacia atrás, y estudiar cómo han aparecido representados los homosexuales desde apariciones “invitadas” como las de Franklin Pangborn o el sastre de El enemigo público hasta los clásicos en películas como Víctima, El asesinato de la hermana George o Los chicos de la banda. O como han aparecido personajes y relaciones “cripto-homosexuales” por ejemplo en una película como Laura. Y también podemos seguir la evolución a través de los ochenta y los noventa y descubrir hasta qué punto hay un camino hacia la “normalización” o no, hasta qué punto se imponen o no las “imágenes positivas”. Aquí podríamos considerar películas como Instinto Básico (tan amada como odiada por las espectadoras gays), Bound, High Art o la mencionada Go Fish, en el caso de representaciones de lesbianas, o Compañeros inseparables, la inevitable Brokeback Mountain o el hito que en mi opinión supone la serie televisiva A dos metros bajo tierra.

En cualquier caso conviene que mantengamos los pies firmemente asentados en la historia, que seamos sensibles a las retóricas de determinados periodos, que evitemos juzgar de manera anacrónica o utilizando el criterio de una corrección política entendida como doctrina. Si uno lee el libro de Vito Russo (tan importante por muchos motivos para muchos de nosotros) hoy en día, encuentra precisamente esos defectos: se trata de un libro que, más que sobre cine gay va sobre "representación de la homosexualidad", y su criterio es el de si está "bien" o "mal".

Próximamente: Acabaré este ciclo sobre maneras de aproximarse al cine gay con una propuesta sobre las apropiaciones y el concepto de "mirada camp".

Ver cine (II): Interpretar lo gay


¿Son "de verdad" gays los protagonistas de ¡Harka!? ¿Hay un subtexto gay en Donnie Brasco? ¿Es gay Peter Lorre en El halcón maltés? ¿Y Clifton Webb en Laura? ¿Y Richard Widmark en El beso de la muerte? ¿Son los X-Men una metáfora de "ser gay"? ¿Steve Guttenberg en Que no pare la música? ¿James Garner y Donald Pleasence en La gran evasión? Kathy Bates y Judy Parfitt en Eclipse total (comentada en mi blog de películas individuales). Podría poner ejemplos mucho más extravagantes.

Algunos casos aquí son obvios, otros son materia opinable. Finalmente algunos darían lugar a encendidos debates entre gays o entre gays y heteros de miras estrechas. Pero en todos los casos la crítica ha escrito sobre el asunto. El caso es que en multitud de casos la homosexualidad está sujeta a la interpretación, no aparece de manera obvia (aunque más obvio que Steve Guttenberg en Que no pare la música no sé yo. Por mucho que lo niegue...). Esto tiene una base en la propia constitución de la homosexualidad durante décadas en el siglo XX: dado que pesaba el silencio sobre CUALQUIER representación de la homosexualidad, ésta aparecía como "subtexto" consciente en obras de teatro y películas y no podía sino estar ahío. La idea de mucha crítica (por ejemplo Richard Dyer o Richard Barrios) es que el público en aquellos momentos "leía" correctamente a los personajes como gays. ¿Los leemos nosotros? ¿Es Richard Widmark gay en El beso de la muerte? En su artículo Queer Noir, que aparecerá en un número especial sobre la mirada homosexual en Archivos de la Filmoteca, Richard Dyer concluye que "podría serlo": el enfoque textual consiste en analizar miradas, gestos, insertar modelos visuales de homosexualidad en narrativas y deducir que ciertos personajes, tramas y actitudes son potencialmente homosexuales. En Dyer el método es irreprochable. Pero es fácil llevar esto demasiado lejos.

Personalmente tengo problemas con los enfoques teóricos que no atienden demasiado a las circunstancias reales en que se consume el cine. De ahí que me guste Miriam Hansen y tenga mis dudas con el libro de Brett Farmer. Aclaro: el libro de Farmer (Spectacular Passions) me pareció iluminador, bien escrito, bien argumentado, lleno de ideas maravillosas... que por algún motivo que ignoro pero imagino el autor se empeña en desarrollar en términos psiconalíticos. Para mí esto es totalmente innecesario: veo perfectamente lo que Farmer quiere decir sin recurrir al psiconálisis, es posible ser riguroso sin imponer una teoría universalizadora. Y a pesar de sus esfuerzos Farmer no acaba de convencerme de que el psiconálisis no sea una teoría que esencializa la identidad gay. El psiconálisis siempre me ha parecido una propuesta brillante, fascinante y con mucha "verdad" o con gran potencial explicativo, pero ha sido víctima de su éxito: cuando simplemente explica cómo funciona nuestra vida emocional, perfecto, pero cuando trata de ser una teoría sobre el mundo o el lenguaje, sobre literatura, botánica o política, pues dejo de seguir el argumento.

A mí me parece que hay una especie de "homosocialidad" rayana en el "homoerotismo" en Donnie Brasco (una película que me encanta) y podría "demostrarlo" con un análisis narrativo. ¿Tendría importancia? (Las preguntas son genuinas: no conozco la respuesta). Lo que sería importante sería que un número de nosotros lo viéramos y pudiéramos hablar sobre ello.

Lo de la especulación, el es o no es, resulta una cuestión importante porque se sitúa entre dos terrenos claros y constatables. El de la representación claramente homosexual por una parte y por otra el de los espectadores reales que realmente reaccionan como gays ante una película. Para mí no podemos olvidar nunca que la interpretación, las hipótesis, son sólo eso: apuntan potencialidades. Y que en cualquier caso están sometidas a discursos históricos. En otras palabras, siempre habrá que preguntarse ¿QUIÉN percibía a Lorre, Webb, Widmark como homosexuales? ¿Se apropiaban de estas imágenes? ¿Para qué servía?

Toda lectura del cine requiere una teoría del espectador. Simplemente creo que la teoría no puede ignorar los espectadores reales, sus sueños, los modos en que ellos ven cine. Debería partir de ellos, no imponerse a sus opiniones.

Ver cine (I): sobre ser espectador, fan, cinéfilo...

Espero que esta foto del cine carretas traerá un ataque de nostalgia a muchos madrileños gays que iban al cine en los setenta y principios los ochenta. Ah, pero... ¿podemos hablar de "eso" en este blog? También, también.

Creo que no se puede hablar de cine gay (o de cine y punto) sin referirse a las condiciones reales en que se consume el cine. El legendario cine Carretas (hoy hay un bingo, creo) constituyó un lugar de encuentro para homosexuales madrileños, y aunque es cierto que sus visitas no tenían que ver con la cinefilia (en la mayoría de los casos, siempre hay excepciones) la verdad es que uno "va al cine" por muchos motivos y "ir al cine" es parte de la experiencia del cine. Muchas biografías gays (por ejemplo la de Terenci Moix) están llenas de cine como lugar físico de seducción, lugar de cita. Incluso más allá de lo que suceda en la pantalla.

Si me interesa reflexionar sobre esto es para contrarrestar el peso de muchas aproximaciones "textuales" a lo que constituye el cine gay. Lo que predomina en este campo es el análisis de pistas más o menos ocultas que nos llevan a la conclusión de que una película dada es "en realidad" "sobre" homosexuales. En ocasiones esto me ha abierto modos de leer películas en clave gay (por ejemplo en el trabajo de Richard Dyer). En otras, sospecho que son análisis bastante solipsistas: un profesor universitario o intelectual al que la teoría conduce a un diagnóstico que nadie más comparte o que a nadie se le había ocurrido. Recientemente me pasó esto leyendo a Parker Tyler, que insistía en que La gran evasión (ya sabéis, la de Steve McQueen) es una película gay. El argumento es complicado y puede que lo ponga en otro sitio.

Pero a mí lo que me importa de verdad es si tal subtexto gay es compartido por un número sustancial de espectadores. Vale, para alguno por ahí CUALQUIER película con Steve McQueen será, por naturaleza, homoerótica. Pero no me refiero a eso. ¿Es el subtexto homoerótico en La gran evasión algo que muchos espectadores gays vean, algo que les hable sobre las relaciones entre los presos? En este proyecto me gustaría hablar precisamente de estas cosas: sólo si el subtexto funciona para un grupo de gente podemos hablar de cine gay.

Hay que tener cuidado con las interpretaciones solipsistas: en general hablan más de quien las realiza que de la película interpretada.

En un próximo post comentaré algo más sobre lecturas "textuales" (en particular psicoanálisis) del cine gay. De momento, la pregunta del millón:
¿Diríais que Waldo Lydecker, el personaje de Clifton Webb en Laura es "homosexual"? ¿Se os había ocurrido como espectadores tal posibilidad?

También hablaremos del trabajo de Miriam Hansen, que está centrando la perspectiva teórica de mi trabajo.

jueves, septiembre 07, 2006

¿Qué es cine gay? (II): La "estética gay"

En la primera parte de este post hablaba de que se me ocurrían en principio cuatro criterios para hablar de cine gay. El primero era la experiencia vital. El segundo (no por orden de ningún tipo) podría ser el dichoso asunto de la estética gay.

Es otro de esos temas en los que las cosas han cambiado mucho desde los ochenta. Los autores de los ochenta hablaban mucho de estética gay y hacían esfuerzos denodados por encontrarla. Yo mismo (hijo de mi tiempo) he escrito sobre "estética gay" con mayor o menor fortuna. El caso es que las décadas vuelan y cada vez estoy menos seguro (de esto como de todo lo demás).

A ver, no es que piense que no existe nada a lo que se pueda llamar estética gay. Hay una estética futbolera, hay varias estéticas hetero, hay una estética del PP y hay muchas, diversas estéticas que sólo podrían llamarse gay. Uno ve las coreografías de Jack Cole (Los caballeros las prefieren rubias) o cualquier momento de Que no pare la música (como el de la foto) y no puede menos que pensar que quienes han hecho esto no son respetables padres de familia.

En lo que creo cada vez menos es que sea un concepto muy útil o muy productivo. Las razones son obvias y las sabe aducir cualquier hetero: muchos autores gays en su vida cotidiana no hacen uso para nada de las posibilidades de lo que algunos denominamos "estética gay" y, además, muchos autores heteros emplean una estética que parece gay (se me ocurre el caso del Douglas Sirk de mediados de los cincuenta). Dicho de otro modo: por cada Almodóvar hay diez Amenábar(es).

Desde el punto de vista del espectador, que es lo que más me importa en este proyecto, es también bastante dudoso que el criterio de "estética gay" sea central para los espectadores gays. Sin duda tiene su importancia. Cuando uno va a los estrenos de Almodóvar, por ejemplo (hablo de ir a la primera sesión del primer día, a la que vamos los vocacionales) hay uno o dos heteros por cada diez o doce gays. Pero cuando la gente habla de cine gay parece que la estética importa mucho menos que los personajes o el tema o incluso la carne. Es un motivo casi de perogrullo. Y por seguir las razones del párrafo anterior, el éxito de Almodóvar, Madonna y otros que hacen uso de la estética gay se debe, no hay que olvidarlo, a que también gusta a los heterosexuales. De hecho los heterosexuales han sido devoradores contumaces de estética mariquita desde Miguel Ángel. A veces la equiparaban al "arte". Bromeo, pero ya imagináis por donde van los tiros.

Rizando el rizo, muchos gays ahora reaccionan contra versiones tradicionales de la cultura gay, que consideran estereotípica, armarizada, plumífera o simplemente mala. A muchos les ofende que una de las estéticas gays más difundidas tenga que ver con la cultura de la pluma, que aborrecen. Y las nuevas estéticas gays (el hipermasculinismo del gimnasio) también está sufriendo descalificaciones bastante tajantes (a mi juicio se confunde la estética con la ética, pero bueno esto es otro tema), se consideran reaccionarias y opresivas. Por lo tanto uno tiene que tener cuidado al remitirse a una estética gay que, inevitablemente, se ha asociado durante el siglo XX a las construcciones de la homosexualidad y que algunos críticos (como la polémica Camille Paglia) no querrían ver desaparecer. Y de verdad que sería una pérdida: tan malo es limitarse a repetir viejos clichés como rechazarlos sin más.

Quizá el concepto, como tantos otros que tienen relación con lo gay, es muy inestable y tiene mucho que ver con el contexto: se convierte en un concepto de batalla en momentos de crisis, y pasa casi desapercibido en momentos de menos tensión.

En cualquier caso cualquier reflexión sobre el tema de la estética gay (¿Existe? ¿En qué consiste?) lo podéis ir poniendo a continuación.

Personajes gays (I): ¿Imágenes positivas?

Una cosa que me sorprende (relativamente) cuando visito foros de cine gay es que ya nadie menciona algo que hace diez años parecía ser un criterio fundamental a la hora de "juzgar" cómo "nos" representaban: la cuestión de si los personajes dan o no una imagen "positiva" de "los homosexuales". (Disculpas por las comillas: signo de que estamos en terreno peligroso). Es significativo que, en cambio, a veces la gente se enfada mucho ante la imagen que personajes televisivos (como Boris Izaguirre) dan de los homosexuales.

Supongo que la lógica es que cuando las imágenes de la homosexualidad eran poco frecuentes, importaba más cada caso. También se le atribuía al cine más importancia en este respecto (recordemos que hasta finales de los noventa, en la tele no había NINGUNA imagen de la homosexualidad). Ahora la gente ha dejado de preocuparse y puede disfrutar sin problemas de conciencia de películas como La calumnia o Cruising, que eran odiadas por los críticos politizados de los ochenta como Vito Russo.

También creo que al hablar de homosexualidad y cine podemos adoptar dos tipos de perspectiva. Por una parte una perspectiva lúdica, de placer. Nos gusta vernos reflejados. Pero en otros casos (y algunos de nosotros casi siempre) tendemos a enfrentarnos al cine no desde una perspectiva lúdica, sino desde una perspectiva política o crítica: así la calidad de una película depende de si su contenido doctrinario es aceptable o no.

Creo que mi historia personal ilustra esto. Antes de dedicarme a esto, la verdad es que para mí cuantos más personajes homosexuales mejor, fueran positivos o negativos. Quería ver homosexuales en el cine. Luego pasé por una etapa "política": juzgaba obsesivamente según un criterio de imágenes positivas heredado a lo bruto de la crítica americana. Desde hace años estoy desencantado con estos criterios y prefiero hablar de otras cosas. En parte porque la gente, en muchos casos, no es tonta y no se traga cualquier propaganda negativa. En parte porque, como decía, la mayor abundancia de representaciones hace que cada una de ellas sea menos importante.

¿Hasta qué punto opinas que la cuestión de las imágenes positivas es relevante?

Próximamente: ¿Qué es cine gay? (II): La "estética gay"

Estrellas (I): ¿Joan Crawford, icono gay?

Aquí podemos discutir (incluso tratar de explicar) el atractivo que ciertas estrellas tienen para gays y lesbianas. ¿Es sólo cuestión de físico? ¿Influye la elección de personajes, que hace que nos identifiquemos con cierta imagen? ¿Influye la información biográfica que tengamos sobre la estrella?
Empiezo la serie sobre estrellas con una de mis actrices favoritas. Joan Crawford es, para mí, un icono gay, y lo es para muchos gays (hombres) en las culturas estadounidenses. Especialmente los amantes del cine clásico (y soy consciente de que van quedando menos). Pero en España Crawford nunca ha llegado a calar. Los gays en este país que tienen algún interés por estas cosas han votado incondicionalmente por Bette Davis.

No me gustaría convertir esto en un típico concurso Davis contra Crawford. Son actrices distintas. Pero de alguna manera, especialmente en los últimos años, he encontrado una fascinación en Crawford realmente inigualable. Davis puede ser más espectacular. Amanerada. Histérica. Y en general salió en mejores películas. Crawford es más... bueno, creo que "intensa" es la palabra. Y Crawford fue una de las mujeres más hermosas y fotogénicas que apareció en el cine clásico. El caso es que Davis nunca tuvo una fase de mujer glamurosa. Lo maravilloso de Crawford es cómo su carrera refleja el destino de las actrices clásicas que van de los papeles de heroína a madre y luego a demente. Davis tiene su primer momento de gloria interpretando a mujeres independientes en la trilogía de Wyler. Lo que define la personalidad de Crawford, sin embargo, es su decisión de hacer de madre en Mildred Pierce (Alma en suplicio), iniciando así una "segunda carrera" como mujer madura.

¿Por qué Joan Crawford es un icono gay? Nunca hizo de lesbiana. Hubo rumores sobre su sexualidad, como en el ochenta por cien de los casos de estrellas, pero a veces sospecho que se debían más al gusto por las hombreras que por nada concreto. Tampoco mostró el gusto por la compañía de los gays que se encuentra en Judy Garland o Mae West. Entonces, ¿por qué Crawford?

Algunos rasgos son generales: es una actriz de la era clásica que tuvo que evolucionar, que se especializó en "cine de mujeres", que interpretó a mujeres fuertes, a madres (Bret Farmer habla de "matrocentrismo" en el gusto de los hombres gays por el cine). En general es el tipo de actriz que suelen gustarnos. Pero por supuesto eso no explica la situación, y no explica por qué la cultura gay estadounidense la ha adoptado y aquí en España la gente no suele saber de quién hablo.

Tengo una historia personal. Yo solía tomarme a Joan Crawford un poco a broma. Creía que me gustaba sólo en plan "camp", o sea, como de burla. La tomaba como un "placer culpable". Pero hace unos diez años vi una retrospectiva de sus películas en el National Film Theatre y quedé totalmente fascinado por la actriz y la imagen que generaba. Ahora tengo una afición a Crawford que me es muy difícil tomarme a broma o distanciarme. Joan Crawford me emociona, me parece una actriz creíble. No me hace reír.

Por último, creo que mi pasión por Joan Crawford es muy gay. O es una pasión que nace en mi lado más gay. Pongo un contraejemplo para clarificar. Otra de mis actrices preferidas es Shirley MacLaine (por cierto una de las carreras más extraordinarias de la historia del cine). Pero no veo elementos gays (excepto Sweet Charity) en mi gusto por Shirley MacLaine. Me gusta por otras cosas, porque es buena actriz, por su versatilidad, porque me hace gracia su nariz, por sus declaraciones sobre reencarnación, lo que sea. Pero mi contacto "emocional" con ella es menor. Shirley MacLaine es probablemente mejor actriz que Joan Crawford, pero le falta el halo mágico del clasicismo. Y el lado gay. Dado que ha sido tantas cosas, es difícil identificarla con una imagen. Y no ha calado en la cultura gay de modo tan identificable. En cambio Joan Crawford, a partir del esterotipo, ha adquirido una mística.

¿Tenéis actores o actrices que adoréis sin medida desde lo más gay que lleváis dentro?

Próximas entradas: Personajes gays: ¿Imágenes positivas?, ¿Qué es el cine gay? (II): La "estética gay"

miércoles, septiembre 06, 2006

¿Qué es cine gay?: (I) Cine gay como experiencia

El cine gay no es una sola cosa. Para cada uno significa algo distinto. En cuatro entradas propongo diversos modos de aproximarse al cine gay. Yo creo que los cuatro criterios son importantes.

Primero, un criterio tautológico. El cine gay como resultado de la relación entre un chico o chica gay y el cine. Así de fácil. Por supuesto ninguna relación es simplemente arbitraria o espontánea, pero aquí me refiero a un tipo de actitud muy visceral. Uno de los aspectos que más me interesaría explorar en este proyecto es el de la experiencia real del cine de los gays, remitiéndome a lo biográfico. Contemos historias de cómo empezamos a ir al cine y cómo nos afectó el cine en nuestra evolución como gays.

Todos tenemos, seguro, muchas, pero como ejemplo, lo primero que se me ocurre es mi relación con Richard Gere. De esto hace mucho, mucho tiempo.

Los de mi generación crecimos en un mundo que no hablaba de homosexualidad o que cuando hablaba de ella no nos interesaba sentirnos identificados. El cine abre la posibilidad de una experiencia que es a la vez pública e íntima, concreta y emocional, fija y fluida. Mi primera época de fiebre cinéfila se extiende de 1977 a 1984 y coincide, de manera casi exacta, con mi adolescencia. Al crecer en un pueblo mediterráneo, el cine era una fantástica ventana a otros mundos, y cualquier otro mundo me parecía mucho más glamuroso que el mío propio. Supongo que es una experiencia familiar. Dado que no tuve “experiencias” con compañeros de clase, algo que parece haber sido importante para tanta gente, el cine era para mí un laboratorio de experimentación de la fantasía. Recuerdo mi fetichización del cuerpo de Richard Gere en tres o cuatro películas de principios de los ochenta, que se impuso de tal manera en mi imaginación que todavía dura y tuvo un momento de remonte con la revisión de mi pasado cinéfilo causada por la aparición de los DVDs que me permitieron revisarlas. Probablemente si mi adolescencia hubiera tenido lugar antes o después, mi fetiche habría sido otro. Pero de entre todas las posibilidades en torno a 1980 la elección de películas como American Gigolo, Yanquis, Oficial y caballero o Sin aliento no es casual. Recuerdo por ejemplo como algún crítico de Fotogramas avisaba a los interesados de los desnudos de Gere, cómo Gere se construía como icono homoerótico. Pero para mí lo importante de películas como American Gigolo no era simplemente que Gere saliera apeteciblemente desnudo, sino que tal desnudez era también percibida por el crítico de Fotogramas. Era una manera un tanto barroca de compartir una experiencia del homoerotismo a través de una complicidad que en mi vida cotidiana percibía como imposible.

Lo que quiero decir es que son aspectos importantes a la hora de hablar de cine gay. En estas películas hay, sin duda, aspectos homoeróticos "objetivos" y forman parte de la historia de la representación del cuerpo masculino en el cine. Pero esto no significaría gran cosa si no existieran miradas compartidas que han hecho estas representaciones relevantes, que han tenido un impacto en vidas reales.

¿Alguien quiere compartir fetiches, recuerdos, historias personales?

Próximos temas: Estrellas e iconos, Melodrama, ¿Imágenes positivas?

lunes, septiembre 04, 2006

¡BIENVENIDOS!

¿Cuáles son tus películas gays preferidas? ¿Por qué? ¿Qué importancia tiene el cine en tu vida? ¿Te has sentido Marlene Dietrich, William Holden, Greta Garbo, Jodie Foster, John Wayne, Sigourney Weaver? Y ya que estamos, ¿qué diablos es cine gay? Si es que existe tal cosa... (¿cine que se acuesta con otro de su propio sexo?)

Pues para ir hablando de estas y otras cosas (después de todo el cine gay tiene relación con TODO) abro hoy el blog (no sé si debería empezar con alguna frase-bautizo en plan performativo...).


Vuestros comentarios serán la base (anónima) de un libro que preparo sobre cine gay. Uno de los aspectos que me interesa es el de la relación entre ser gay y ser espectador de cine. La propuesta de partida (con la que por supuesto podéis disentir) es que cuando uno es gay esto afecta al modo en que ve cine. No a todos del mismo modo, pero sí de algún modo a todos. Se es gay de muchas maneras, casi una para cada uno. Y lo mismo puede decirse de los modos en que vemos cine.


Mi modelo para estas cosas (como para tantas otras), y la inspiración de este proyecto, está en las memorias de Terenci Moix, donde describe cómo el cine jugó un papel fundamental en el desarrollo del deseo. El cine como lugar es importante. Pero también el cine como ámbito abierto a las fantasías. Y el cine como modo para establecer complicidades con otros gays. Y para ejercer deseo. Y para aprender sobre el modo en que la sociedad trataba a los que eran como él.

En los sesenta y los setenta (¡sería fantástico conseguir muchas contribuciones de gente que era cinéfila en aquellos años!) por ejemplo el cine era una arcadia del deseo irreemplazable. No había otra cosa. Y qué privilegio poder admirar un torso como el de William Holden en Picnic sin peligro de que el propietario del susodicho torso arrease a uno un puñetazo. Pero el cine también podía hablarnos de otros gays, o sugerir que existían.

En fin, que el blog está abierto a contribuciones, temas, opiniones de chicas, de chicos para que compartir experiencias del cine, diversos modos de ver cine en clave gay. Porque está claro que Los caballeros las prefieren rubias es distinta si la ve un gay. O American Gigolo. O Aliens. Jodie Foster significa algo distinto para una lesbiana que para un gay y trae esas connotaciones a la mente haga lo que haga. Y uno no puede evitar ver a Clifton Webb en Laura sin pensar que su obsesión por la protagonista no es exactamente carnal.

Hablaremos de películas nuevas y viejas. De homoerotismo y modelos de vida. A mí por ejemplo la Marlene Dietrich de las películas de Sternberg me ha inspirado constantemente. No en el vestir, cierto, pero en tantas cosas... Hablaremos de Cukor y Fassbinder, de cine queer y de armarizadas célebres (si alguien quiere empezar a sacar del armario a Juan de Orduña...). De Garland, de Sara Montiel, de Rock Hudson. Y de Almodóvar. De si hay una sensibilidad gay o muchas (o ninguna). De qué convierte un cuerpo en un cuerpo homoerótico. De si lo de las "imágenes positivas" tiene sentido o no. De si el cine nos ayuda a vivir o si cierto cine nos puede hacer sentir peor.


En fin, que eso, que bienvenidos.