miércoles, mayo 20, 2015

Los musicales de los setenta en diez números (1): ¿Por qué los setenta?

Cuando se trata de hacer listas de "los diez mejores musicales de la historia del cine" me gusta decir que Cantando bajo la lluvia es el número once. Esto lo hago un poco por tocar las narices: Cantando bajo la lluvia ha convertido en una especie de coartada, el musical para quienes desprecian el género, el musical que uno puede apreciar sin que su heterosexualidad quede en entredicho, el musical "bueno" que confirma que ningún otro lo es. En realidad, así entre nous, disfruto bastante de Cantando bajo la lluvia. Al menos en días impares. Pero en líneas generales, para mí no representa lo mejor del género.

Pregunta a cualquier aficionado sobre los rasgos de los musicales (asi, en general, incluyendo cine y teatro) y te dirán cosas como "optimismo", "alegría", "color", "belleza", "elegancia", "destreza". Ciertamente Cantando bajo la lluvia y otros musicales clásicos tienen estos valores (Fred Astaire, Minnelli, Donen, Cyd Charisse). Que no está mal. Son valores que gente tan importante para mí como Richard Dyer han definido en términos de "utopía" y que siguen siendo la basa de los estudios académicos sobre el musical y su relación con el público. Pero uno es como es y lo que me interesa de los musicales es su valor como drama. Me interesa que presenten los dilemas de la vida, la muerte, el racismo, la política, el conflicto social, los problemas del deseo, las personalidades patológicas, sexo, Historia, la rebeldía y, en general, el terror del mundo. Para mí un buen musical es, por ejemplo, Assassins, Pacific Overtures o Cabaret, no Mamma Mia y ciertamente no Cats.


Estéticamente los valores que aprecio son maneras inventivas de relacionar música y texto, de hacer que la música sea específica a la situación y el personaje, que las letras y la música sean expresivas, pero sobre todo la dinámica entre elementos musicales y no musicales. Y aunque soy superfan del estado de alienación y placer físico, de la kinesis y excreción lacrimosa, risas y espasmos, el estado de trance en que me ponen Siete novias para siete hermanosFunny Face Sonrisas y lágrimas, la verdad es que siento que hay otras maneras de aproximarse al tema. Porque uno se hace mayor y cada vez lo de bailar como Fred Astaire se va convirtiendo en un horizonte vital poco razonable.

El musical de los cincuenta es el que promocionan los fans del género de toda la vida. Y dado su éxito, fue difícil cambiar sus convenciones. Pero a partir de West Side Story el musical de Broadway inicia una etapa en que es posible la seriedad temática. Los sesenta son una década casi perdida en Hollywood, pero las lecciones del musical innovador se dejan sentir en Hollywood en los setenta. Esto es por tres  motivos. Primero, porque como documenta Matthew Kennedy en su libro Roadshow! porque el modelo de adaptaciones de los sesenta acaba por resultar un fracaso artístico y comercial (todos querían hacer "otro Sonrisas y lágrimas" y les salía The Happiest Millionaire). Pero también porque el musical de Broadway estaba cambiando. A West Side Story siguió Gypsy, y luego vinieron cosas como Cabaret, Fiddler on the Roof, Hair y Company. Por ejemplo. La alegría y la elegancia quedaban reemplazadas por preocupaciones normales, por dilemas políticos y psicológicos. Y la forma dejaba de ser lineal y era cada vez más experimental, fragmentaria, bastante opuesta a la relación de identificación cómoda de los musicales convencionales.

El tercer motivo por el que los musicales de Hollywood de los setenta me parecen los más interesantes, tiene que ver con el peculiar estatus de esta década en la historia de Hollywood. Se trata de una década en que América se mira a sí misma, a partir de las revueltas de los sesenta y la guerra del Vietnam un país roto se pregunta qué pasó y se lo pregunta también a través del cine, en parte cuestionando viejos modelos. El musical está ahí. En él aparecen realidades distintas, visiones distintas sobre género, sobre etnicidad, sobre política, historia y el capitalismo americano. En los musicales de los setenta el sueño americano aparece roto. La misma evolución tiene lugar en Broadway. Los setenta son la década de una serie de obras maestras de Stephen Sondheim, pero también de A Chorus Line, Pippin, The Wiz, Rocky Horror Picture Show, y otras exploraciones heterodoxas que utilizan modelos heterodoxos de puesta en escena y usos heterodoxos de la música. El musical de Broadway de los setenta sufre el mismo proceso que el cine de Hollywood de los setenta.

Así, no hay década más original en la exploración de las posibilidades del musical que ésta. Es verdad que hay mucha basura y que ciertas cosas que tenían que haber funcionado no funcionaron  (The Wiz es un espléndido show teatral, la película no acaba de despegar), pero dada la escasa estabilidad del modelo clásico, se permite la exploración temática y la variedad. El género está vivo y muestra la vida con innovación estilística. Lo diré en voz baja para no ofender a los "autoristas acérrimos" pero hay mayor variedad estilística entre los diferentes números de All That Jazz que entre las películas de Donen y las de Minnelli. Donnen y Minnelli trabajaban bajo un régimen de demandas que les permitía poca individualidad. El 80 % de las decisiones etaban tomadas antes de ponerse a trabajar. En el caso de Fosse, probablemente sólo el 20% de las decisiones se habían tomado sin que él pudiera intervenir. Y por eso All That Jazz me parece una película mucho más interesante (y por supuesto un musical mucho más interesante) que Cantando bajo la lluvia. Sin ánimo de ofender.

¿No estáis convencidos? En las dos próximas entregas diez números musicales clave del musical de Hollywood en los setenta, que ilustran por qué creo que la "era dorada"del género no tiene nada que ver con Gene Kelly. Y prometo que habrá sexo, muerte, violencia, rebeldía, depravación, heterodoxia, etnicidad y política. Que al fin y al cabo son las cosas que importan en un musical que se precie.

3 comentarios :

  1. Sobre gustos no hay colores. A cada uno le gusta un tipo diferente de musical.
    Alberto, cariño, soy Isa, bajo nick

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  2. bueno, claro, si tienen otros gustos, pues siempre pueden razonarlos en su blog. Yo sólo puedo explicarme a mí mismo. :-)

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  3. Claro, sólo puedes hacerlo. Intentar expresar lo ajeno... siempre es mejor la experiencia propia; lo demás puede ser ciencia-ficción

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