jueves, septiembre 14, 2006

Personajes gays (II): Entre lo homosocial, lo homoerótico y lo homosexual

Las tres fotos en este post muestran a tres parejas en las que hay cierta ambigüedad, más o menos buscada.

¿Qué pensáis?

Son fotos que permiten comentarios sobre qué significa, en realidad, "ver" homosexualidad en el cine. Yo me pregunto cuánta gente habría notado los dos primeros ejemplos sin ayuda, y sin embargo los críticos dan por sentado que se trata de representaciones importantes. Otra cosa que me planteo con este tipo de imágenes es qué rasgos hacen insinuar cierto homoerotismo y para qué se utiliza la insinuación.

La primera es la que forman John Ireland y Montgomery Clift en Río Rojo, de Hawks. En esta escena, comparan... pistolas, con todas las connotaciones fálicas que se quiera. Por supuesto en esta película los críticos han hablado más de la relación entre Clift y John Wayne. Interesante aquí son los rumores sobre la vida privada de Montgomery Clift, que quizá añaden una capa extra de "insinuación". Por supuesto tenéis todo el derecho a decir que aquí nadie veía nada antes de los ochenta. ¿O sí?
La segunda es de Extraños en un tren, de Hitchcock. Si la alegre homosocialidad en Hawks puede connotar una camaradería homoerótica "sana", en Hitchcock rasgos que remiten a la homosexualidad siempre sirven para reforzar el hecho de que los personajes están desequilibrados. Bruno (el actor Robert Walker, que estuvo casado con Jennifer Jones), en este caso, se supone que está como una cabra. La connotación como homosexual está, creo, en sus miradas, en sus gestos algo infantiles, el tono meloso de su voz, el modo de vestir cuidadoso, el modo en que "entra" al tenista Guy Haynes. De hecho la escena del encuentro "huele" a ligue gay. Y, de nuevo (¿coincidencia?) tenemos a un actor, Farley Granger, que era gay (fue el novio del dramaturgo y libretista de West Side Story y Gypsy Arthur Laurents). Hitchock lo había utilizado ya para sugerir algo homoerótico en La soga.
El tercer caso es el más extraño, la película española Krámpack. El final me pareció que olía a chamusquina. Como recordaréis, el protagonista Fernando Ramallo se queda frente al mar como dudando entre las chicas y los chicos. Tenía dudas sobre si lo había interpretado bien: después de todo, toda la película conduce a que pensemos que el personaje es gay. Pues escribí a la productora y lo pregunté. Lo que me respondieron es que "tenía toda la vida por delante para decidirlo" o una evasiva de ese tipo. Hmmmmm.... A ver, si el protagonista no está descubriendo que sus sentimientos por el personaje de Jordi Vilches son homoeróticos, ¿DE QUÉ DIABLOS HABLA LA PELÍCULA?

4 comentarios :

  1. Anónimo6:48 p. m.

    Lo de "Río Rojo" estaba muy claro... Ay, cómo me gusta Monty Clift!
    Sobre "Extraños en un tren" debo reconocer que jamás le he visto ese lado gay que dice la crítica. Y eso que me hice un visionado a propósito sólo para encontrarlo y nada... claro que igual ayudó a que el visionado fuera a las tantas de la mañana. La edición española del dvd editado por Warner trae dos versiones distintas del film, donde se supone que en una de ellas queda muy clara la homosexualidad. Tendré que verla de nuevo, yo sigo sin encontrarla.
    Y Krampack... es tan mala que para qué plantearse nada sobre ella.

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  2. Pero ¿estaba claro antes de leer sobre ello en libros de críticos gays? Porque, sinceramente, yo vi Rio Rojo antes de leer a Vito Russo y nada me llamó la atención. Aunque por otra parte me gusta más desde que puedo leer ese tipo de cosas. Me interesan dos cosas: primero la ambigüedad; segundo el hecho de si la posibilidad de que sean gays afectan a los espectadores de alguna manera. Es decir, si eres gay y ves una película así: ¿te sientes más legitimado? ¿sientes complejidad?

    En cuanto a Extraños en un tren. No diré que esté claro porque el post va precisamente de lo contrario. Pero las vibraciones de Farley Granger creo que van por ahí. Y el Walker viste de manera atildada. Y Hitchcock tiene un historial de estas cosas. Y la escena que origina la trama, la del encuentro: de verdad, parece un encuentro en el que hay un interés sexual. O igual soy yo. Evidentemente no se desarrolla en la trama. Son decisiones que no son de guión, sino de puesta en escena y caracterización. Así como en Rio Rojo, en la trama y el diálogo se sugiere homosocialidad/homoerotismo, en Extraños en un tren cualquier insinuación (y para mí las hay: es un ejemplo que muestro a mis alumnos) se hace añadiendo connotaciones a la situación. Como Hitchcock guiñándonos un ojo. Efectivamente, en términos de narrativa es irrelevante e incluso estorba (Granger aparece explícitamente como hetero, aunque de Walker uno no está tan seguro)

    Krámpack a mí no me disgusta tanto. Me parece interesante el tratamiento de una amistad que va hacia el homoerotismo en un caso (real como la vida misma, yo recuerdo algo así cuando era adolescente), pero me frustra el final. Creo que la narrativa dice definitivamente que sí y para el final hay un ejercicio de cubrirse las espaldas: "No quería decir eso"

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  3. Yo es que veo homoerotismo en la mayoría de los westerns, debo ser un enfermo. Pero desde luego esa escena en la que se compara el tamaño de las pistolas, es que sólo falta un fundido en negro mientras se bajan los pantalones.

    En cuanto a Extraños en un tren, ADORO a Patricia Higsmith y no se si hay alguna novela de ésta en la que el personaje no sea homosexual (y si no que le pregunten a Ripley)
    Hitchcock sabía mucho de morbo y perversión, seguro que hizo todo adrede.

    Krampack me gustó, y no necesité nada más al final, la tendré que volver a ver. A veces ponemos tanto subjetivamente en las peliculas (por lo menos yo) que la sensación que tengo al final igual me la he inventado y no la comparto con el resto.

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  4. A mí me pasó recientemente que tenía que dar clases sobre westerns y empecé a ver homoerotismo en todo Peckinpah. Sobre todo en Grupo salvaje (ese flashback compartido) y Pat Garrett. ¡Y resulta que no era el único! Hay críticos ingleses que mencionan esto como quien no quiere la cosa, como si fuera lo más normal del mundo.

    Totalmente de acuerdo en que los elementos subjetivos son fundamentales para hablar de "cine gay". El problema es cómo podemos integrar esto en una perspectiva que vaya más allá de lo subjetivo.

    Es algo que resulta interesante porque EN TEORÍA el Western NO ES un género que se asocie con los gays. Y de hecho a mí me costó bastante entrar en el juego de los westerns. Creo que aquí entra bastante la idea de apropiación: nos situamos en el contexto que la película propone y nuestra imaginación cambia lo que haya que cambiar, incluso aunque haya que ir en contra de la trama. Hasta cierto punto es, no sé, lógico. Y la historia nos da la razón. Parece que la cosa se daba bastante. No podía ser de otro modo. Mis recuerdos aquí se centran bastante en torno a La leyenda de la ciudad sin nombre (Paint your Wagon). Por supuesto el triángulo en la película consiste en que tanto Lee Marvin como Clint Eastwood están por Jean Seberg. Pero no hace falta ser un genio para intuir que, quizá, si nos enseñasen toda la historia, entre ellos dos seguro que también podía haber algo. Cierto, esto está en mi imaginación, pero no creo que eso invalide mi argumento. Y la película sugiere algo así: cuando cantan "They Call the Wind Maria", yo me pongo todo sentimental, imaginaos a todos esos hombres tan melancólicos, tan necesitados de cariño...

    De Strangers on a Train ya hemos dicho algo. Yo, efectivamente, creo que Hitchock juega la carta. Y creo que lo hace a sabiendas de que Farley Granger (el actor, no el personaje) es gay. De nuevo, esto va en contra de la trama explícita, pero sería una lectura "potencial".

    Es otro concepto que me interesa y que me puede servir para salvar el obstáculo que menciono más arriba de hacer una crítica demasiado "solipsista". Es decir: ¿Sería posible catalogar una serie de áreas "objetivas" en la lectura de un film que concentren las posibilidades de una lectura "gay"? Por ejemplo el homoerotismo en el tratamiento de los cuerpos, lo que sabemos sobre el actor (Ian McKellen recientemente), circunstancias históricas (lo que sospechamos sobre los vaqueros reales), circunstancias autorales (lo que sabemos sobre Patricia Highsmith y Alfred Hitchcock. Es una propuesta que trataré de desarrollar en un post.

    Y, sí, el final de Krámpack me parece inconsistente con el resto de la narrativa. No sé si por rollo comercial (y me extrañaría) o porque había alguien que no sabía exactamente qué tipo de historia estaba contando. Y luego los espectadores gays "reconocen" la historia de inmediato. Es decir, como espectador gay yo "sé" que estos asuntos (y aquí se describe de manera encantadora) son un signo de que el chaval es gay. Para el director y el guionista es como si esto fuera "una fase". Pero si es "una fase" no veo a qué conduce la película. El pathos existe cuando lo que sucede a lo largo de ese verano produce un impacto en las vidas de los muchachos. Todas las películas de iniciación sobre veranos parten de la premisa de que "nada volverá a ser igual". Olvidar este principio de construcción de una narrativa es algo que me parece inexplicable. En esta película se deja abierta la puerta a la heterosexualidad del personaje de Ramallo, con lo cual al final del verano las cosas pueden volver a ser iguales o no.

    No sé si me explico.

    Alberto

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