sábado, septiembre 30, 2006

CINEFILIA GAY



Como habréis notado, una de las dificultades con que me enfrento en este trabajo (recurrente en este blog y que todavía veo de difícil resolución) es la falta de un concepto de “cultura cinéfila gay” en nuestro país que circule como algo cuya existencia se asume de manera desproblematizada. En otras palabras, uno de los aspectos centrales de mi propuesta inicial (la existencia de esta “cinefilia gay” como algo específico) tiene una existencia, digamos, precaria. Esto puede ser bien porque no existe o porque, aunque exista, no se ha identificado como tal. Se trata de una dicotomía central a la hora de decidir la metodología del trabajo. También habréis notado que me inclino por la segunda posibilidad con todas las matizaciones pertinentes. Aquí voy a fundamentar un poco esta sospecha.

Mis fuentes son, de entrada, anglosajonas. En ellas, la existencia de una cultura cinéfila gay casi se da por sentada (se habla de ella utilizando ejemplos que van de El mago de Oz a Media hora más contigo, de El silencio de los corderos a El ansia), y me consta que viene apoyada por las culturas gays de esos países, ya que hace su aparición en diversas publicaciones, a veces de manera directa, otras como una serie de conocimientos que se presuponen en el lector. Esto no sucede en las publicaciones españolas gays que conozco. Las revistas gratuitas suelen tener reporteros muy puestos en novedades musicales (territorio sobre el que mi ignorancia podría llenar bibliotecas) pero cuyos comentaristas de cine parecen basarse en el material de la distribuidora (es una impresión) o en cualquier caso no parecen muy conscientes de una tradición cinéfila gay. Esto sucede también históricamente: las revistas gays de los setenta y principios de los ochenta que llevo consultadas manifiestan un interés limitado por el cine y no acaban de percibirlo como placer visceral o central. En otras palabras: mucho Muerte en Venecia y poco o nada sobre, por ejemplo, “Gay Club”, “Rocky Horror Picture Show” y otras películas plumíferas del periodo, por no hablar de los clásicos anglosajones mencionados más arriba. ¿Gustaron Su otro amor o ¿Víctor o Victoria? a los gays españoles? ¿Significaron algo para ellos? Es imposible saberlo sin preguntar a la gente intentando que hagan memoria. En comparación, en la cultura anglosajona proliferan desde los setenta fetichizaciones no sólo de Bette Davis y Joan Crawford, sino de los musicales de la Metro. Esto sólo para empezar. Películas como Mujeres, Eva al desnudo, Alma en suplicio, etc, parecen haber sido de gran importancia emocional para los homosexuales anglosajones (no hace falta especificar, pero lo hago: hablo de hombres y mujeres). Son una parte crucial, de hecho, de lo que hasta finales de los ochenta era la cultura gay (reemplazada ya por culturas queer más centradas en la última moda musical o la última película y con poca memoria histórica). Uno sospecha que debería haber una equivalencia aquí.


Sin embargo, cualquier fuente española sobre equivalentes es algo que tengo que localizar: no está presente en la cultura gay tal como se produce. Lo cierto es que si uno lee a los autores gays desde los setenta se encuentra con que, ciertamente, hay una cultura cinéfila específicamente gay, de contornos similares a la anglosajona. Gays españoles insignes, de Vicente Molina Foix , Eduardo Mendicutti, Lluís Fernández y, por supuesto, Terenci Moix o Alberto Cardín, han sido también grandes cinéfilos y en muchos casos críticos de cine. El cine ha jugado un papel central en su obra. A esto habría que añadir una cantidad bastante substancial de cineastas centrales en nuestro canon: Juan de Orduña, Eloy de la Iglesia, Olea, Pons, Almodóvar, Amenábar y Albaladejo (asumo): no sé si hay otras cinematografías que tengan a tantos cineastas gays “mainstream”. Tres de los incluidos aquí se encuentran entre nuestros cineastas más exportados y cuatro o cinco son de los más taquilleros de la historia. (En cambio, anoto, los activistas españoles, de Armand de Fluvià a Beatriz Gimeno o Pedro Zerolo no han mostrado veleidades cinéfilas. Pero creo que tiene que ver más con el impulso activista que con ser gays)

Todo esto apunta a que esa conexión entre ser gay y cinéfilo tiene que existir. Si busco puntos de contacto entre los mencionados, quizá el mundo de la copla sea el único terreno de referencia más o menos compartida y recurrente. Pero tiene que haber más.

¿Qué opináis? ¿Somos especialmente reticentes a dar una dimensión cultural a la homosexualidad en este país? ¿Alguien que quiera justificar esta reticencia? ¿Estoy tratando de imponer patrones anglosajones a una realidad distinta? ¿Y por qué es distinta (o sea, por qué los homosexuales españoles no sienten la necesidad de articular y hablar de una subcultura cinéfila)?¿O simplemente es parte de la reticencia de los gays españoles a verse a sí mismos como entes históricos (algo que, como historiador de la cultura gay española me intriga)?

14 comentarios :

  1. Dejando a un lado mi incultura cinematográfica sobre muchas referencias gays anteriores a los noventa (que, para mí, siempre serán referencias "recogidas" por lo que en la piel de toro se podría denominar -y sobre esta denominación habría mucho que hablar- cultura gay), muchos indicios y conversaciones me dan a pensar que, al menos en lo que se refiere a muchos maricas que ahora rondan la veintena, sí que existe esa reticencia de la que hablas. Y en este sentido, sí que me parece muy clara la brecha entre generaciones. El considerarse gay es para unos, un hecho consustancial a sus preferencias (que no sensibilidades) culturales, mientras que para otros -ésos que rondan la veintena-esa mentalidad les supone una limitación o quizá, una obligación externa planteada por esa "cultura gay" de la que ellos no sienten necesidad de formar parte (aunque muchos, en la práctica, sí que participen de ella). Creo que es en la noción de "necesidad" donde estriba ese cambio de actitud.

    Por cierto, me lo pasé en grande durante la clase del viernes pasado. La simple mención de Querelle en un aula ya me encantó.

    J.

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  2. yo es que creo que nuestras referencias principales son anglosajonas, y como tal universales; pero esto no quita que haya una cultura cinéfila gay: harka, diferente (hay que tener en cuenta en estos casos el franquismo), mi querida señorita, el cine de eloy de la iglesia. Quiero recordar lo importante que fue La muerte de Mikel para los gays de la época.
    Marisol y Sara Montiel son cultura gay? Para Terenci Moix lo eran.
    Y ya a partir de los 80 Almodóvar, que si no es un referente díme tú: y no sólo en la cultura gay, sino para una o dos generaciones. Sin él no existiría probablemente la normalización y visibilidad que se ha dado en el cine posterior: albaladejo, félix y dunia, memkes y albacete, ramón salazar.
    Sin embargo, no considero que Aménabar sea cultura gay por el mero hecho de ser homosexual. Sus películas no son ni temática ni estéticamente lo que entendemos por cultura gay.

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  3. Y Joaquín Oristrell entiende?
    creía que estaba casado con Carme Balagué

    cotilleo aparte

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  4. Yo creo que sí que existió una cultura cinematográfica gay, me refiero principalmente a los que pasmos de los 30 y de los 40, ya que buscábamos señales de nuestra identidad, preferentemente en películas anglosajonas, "Los chicos de la banda", "Rocky Horror Picture Show","Víctor o Victoria", el cine de Passolini, etc, a la vez ceo que esta realidad ni llegó a cuajar por falta de medios de difusión, los cuales hubieran llegado a definir un continuo de cultura o señas de identidad para nuestra comunidad, de la misma manera que sucederá en el mundo anglosajón, produciéndose una brecha generacional.
    Por otra parte existen dentro del colectivo sectores adscritos a posiciones deconstrutivistas, aunque es algo que jamás he entendido, cómo deconstruir lo que no se ha construido?, puede ser esta la negación a la que aludes la negación de lo gay como ente cultural y asumirnos sólo como un mero matiz a fin de no generar enfrentamientos, o más bien un miedo a convertirnos en un gheto.
    En cuanto a los medios de comunicación siempre aparecemos como algo subsidiario, cuando la sexualidad marca una forma de ver y entender las cosas, pero existe una política reducionista con respecto a nuestra visibilidad, quedando la orientación sexual en un segundo o en inexistente plano, es algo de lo que se habla de forma vanal, eso creo que marca y evita el análisis de la obra, sea cinematográfica o de cualquier otro tipo como una mirada gay u homoerótica, a fin de buscar una mayor aceptación social, yo lo veo como una funda de traje, no es un armario pero casi.
    Y sí creo que tus parámetros son muy anglosajones, aunque por mi edad los entiendo, tal vez por que son los que están más asentados y bien construidos, esto no es una crítica, pero de momento creo que es lo hay.

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  5. De nuevo, gracias por vuestros comentarios, son utilísimos para ir aclarándome. Y la verdad es que cuando uno ve cómo puede meter la pata, es una suerte que antes de escribir en serio pueda explayarme y equivocarme en el blog.

    Respondo/matizo/corrijo/me extiendo por orden

    Whyidontbelieveingod. Pues eso tendrá que ser así, supongo. El libro tendrá una dimensión histórica, por lo tanto hablar de "subcultura" etc sigue siendo pertinente. También creo que mucha gente de mi edad tiende a rechazarlo. Francamente, estamos viviendo unos momentos en que la "subcultura" deja de ser, para muchos y en muchos sitios, innecesaria. Se buscan novio o se casan y viven un poco como un matrimonio de manera normalizada. ¿Para qué meterse en una subcultura minoritaria que, como sugieres, "limita" la experiencia? Bueno, para mí la subcultura no limita: de hecho me ha enseñado a ver el mundo desde otras posiciones, más oblicuas, y por lo tanto no la considero ni un lastre ni limitadora. De todos modos es una cuestión compleja: una sospecha es que a los veinte hay mucha gente que prefiere tener "un pie en el armario" como yo mismo a esa edad, a medida que avanza la década reconoces los placeres de la subcultura. Igual es algo que se dará siempre: en cualquier momento habrá gente de veinte años resistentes a las limitaciones (que en mi opinión no son tales) y gente de treinta y cinco que tendrán afecto por la especificidad, dependiendo de la trayectoria vital.
    Lo que veo por lo que dices es que el razonamiento central resultará más atractivo a quienes tienen más de veinte años.

    Senses & Nonsenses
    Ups! Pues lo de Oristell yo lo decía porque una vez me pareció ver que hablaba de "nosotros" como gays en una entrevista televisiva. Pero probablemente me equivoco: igual estaba con alguien y era la otra persona... Lo he corregido.

    Me interesa lo que dices sobre la línea que va de Harka a Diferente a Sara Montiel, Eloy de la Iglesia y Almodóvar. Personalmente estaría de acuerdo con esto. Lo que dudo es que sea tan sustancial, tan concreta, como los "cánones gays" que se establecen en los países anglosajones. En particular, además de Terenci Moix, ¿hay mucha gente que vea homoerotismo en A mí la legión? ¿O Harka? Y muy pocos gays en los cuestionarios han mencionado que Diferente tuviera impacto alguno. Da la impresión de que la vio poca gente y pillaron el asunto menos aún. Aunque hace unos años en un congreso sobre Almodóvar en Cuenca, el director propuso un pequeño ciclo sobre películas españolas que le habían influido. Diferente estaba en esa lista. Uno entiende por qué. Pero por otra parte me pregunto por qué es una película que aparece tan poco en los recuerdos de los gays.

    En lo de Almodóvar estoy de acuerdo contigo. (Confieso haberme sentido un poco molesto en los noventa cuando nuestro ídolo se negaba a enviar"nos" mensajes positivos. Ahora un poco me da igual. Que haga lo que le plazca mientras continúe haciendo películas como La mala educación. Las cosas se demuestran con hechos, lo demás es palabrería). De hecho el día que fui a la primera sesión del dia del estreno de La mala educación en los Renoir de Barcelona, el ochenta-noventa por cien del público era gay. En grupos, solos, en parejas. Tendría que haber distribuido allí cuestionarios.
    También tiendo a estar de acuerdo con el impacto que han tenido sus películas para hacer que los españoles nos veamos (y nos vean desde fuera) como más modernos. Incluso en los noventa se convirtió en el antídoto a la España del PP.
    En cuanto a los demás nombres, supongo que habría que aplicar lo del relevo generacional: fueron importantes para quienes tenemos más de cuarenta, pero mucho menos para las nuevas generaciones. También creo que incluso en nuestra generación hay una resistencia por parte de gays/homosexuales a vernos como algo histórico. Esto puede estar justificado, pero en parte la conciencia histórica es lo que da lugar a un sentido fuerte de tradición cultural.
    El siguiente paso sería ver cómo han influido las películas de los nombres que citamos en las vidas de los gays.

    Y lo que dices P-Jota me llega bastante al alma porque estoy de acuerdo totalmente. Para mí la cultura gay ha sido una manera de dar forma a deseos, a maneras de ser, a sentimientos, a una identidad que fuera personal y social al mismo tiempo, e incluso a "encontrarme" en una tradición. Yo creo que el rechazo de la cultura gay es un rechazo de todas esas cosas: es decir, es gente que no se ve como parte de una tradición, que se sienten limitados, que no creen que las películas o los libros den forma a sus sentimientos, que no necesitan que así sea etc. Al final son simplemente dos formas de ver el mundo. Personalmente, no puedo ver el mundo de otra manera: me acojo a narrativas existentes para explicarme, para situarme, para ser. No acabo de ver claro esto de libertades absoulutas, de omnisexualidades, de individualidad a ultranza. No lo niego, pero no lo entiendo. Es una de mis limitaciones. Por supuesto en mi trabajo me refiero a la cultura como algo existente, aunque es evidente que a muchos gays no les interesa en absoluto.

    Es decir, la cultura gay es algo que nace de una parte de la experiencia histórica de los homosexuales pero, habrá que añadir, es rechazada por un sector sustancial de quienes de una manera u otra se definen como homosexuales.

    También de acuerdo con la minusvaloración a que se somete la orientación sexual. Mi experiencia en esto tiene más que ver con la crítica literaria, con todos esos críticos afirmando de manera machacona que los sentimientos expresados por Lorca, Cernuda y compañía son "universales" y su situación como homosexuales no tenía nada que ver o poco con lo que escribían. POR SUPUESTO que tenía que ver. Un homosexual en 1930 tenía que vivir con el miedo de ser perseguido, discriminado, encarcelado. No es algo que constituya un aspecto menor de la vida. Corcho. Curiosamente los sentimientos heterosexuales (mucho más difíciles de sobrellevar) nunca son aspectos menores de la vida de nadie.

    Lo de las referencias anglosajonas es, como creo leer en vuestros comentarios, inevitable en este momento. Aquí se sigue produciendo poco pensamiento desde una posición gay. Y curiosamente suele producirse con un ojo en los anglosajones. En cualquier caso espero que a medida que el proyecto crezca se puede establecer una relación crítica con algunos postulados de las fuentes anglosajonas. No hay que olvidar que la nuestra es "otra" cultura. Habrá que decidir qué tenemos en común, qué no. Pero esto es un punto al que hay que llegar, no del que se pueda partir.

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  6. Pero ¿las referencias anglosajonas pueden, de verdad, considerarse de valor universal?
    ¿No les parece esto como una hipótesis (o aun peor, un axioma) que huele a imperialismo cultural en edición gay?
    ¿Cómo un homosexual de un país puede verse como ente histórico a través de las “traducciones” de las experiencias, la ética y la estetica de homosexuales en otras latitudes?
    ¿O utilizando términos, categorías y períodos que no le son propios?
    Hablando desde mi experiencia griega creo que esto sería muy limitativo, si no anulativo, y tal vez distrorsionador. ¿O no?

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  7. A esto exactamente me refería al final de mi intervención anterior.

    Estoy de acuerdo con lo que dices. Pero hay problemas. Es fácil constatar que son culturas diferentes y que funcionan de manera diferente. Pero es muy complicado desentrañar HASTA QUÉ PUNTO son diferentes o similares. Me preocupa encontrar el equilibrio. Mi punto de partida es necesariamente el modelo anglosajón porque no hay otro modelo y porque un trabajo de este tipo no puede hacerse "desde cero": empezar desde el principio significaría, dado que se ha hecho tan poco, reproducir el trabajo en historia, teoría, sociología y cultura que se lleva hecho en veinte años de estudios gays anglosajones. Cosa imposible. He de partir de lo que otros han dicho. A partir de ahí se trata de evitar las trampas. No, evidentemente no creo que la cultura anglosajona sea universal. Pero por suerte o por desgracia han creado una cantidad respetable de textos en que hablan de sí mismos y son una inspiración inevitable.

    Un saludo

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  8. Anónimo7:40 p. m.

    En primer lugar, una duda acerca de lo que intentas plantear: no sé si cuando te refieres a cinefilia gay en España te refieres a que si existe una cinefilia gay española como gente gay a la que le gusta el cine gay, es decir, espectadores gays que buscan, ven y disfrutan películas gays, o si te refieres a si hay o no hay un cine gay español.
    El tema, como alguien ha señalado, hay que analizarlo desde una perspectiva histórica; supongo que para ello los cuestionarios te serán muy útiles. En mi memoria personal, pocas películas gays españolas me dijeron algo: las de Eloy de la Iglesia (y lo que me decían no me gustó), el Ventura Pons de “Ocaña, retrato intermitente”, La muerte de Mikel, y el primer Almodóvar, (mucho más interesante, menos trágico, más “gay”), y estoy hablando de las películas que vi en esa etapa de la vida, adolescencia y primeros veinte años, en los que uno se va conformando. Esa es mi memoria, escasa y pobre; no sé si había más, pero es lo que a mí me llegó de mi propio país, en mi propio idioma. De fuera, llegaron más y con otro tono, otro lenguaje; llegaron del mundo anglosajón: Los chicos de la banda, Maurice, Parting glances, Mi hermosa lavandería, Another Country, la serie Retorno a Brideshead… y también otras películas que retrataban un mundo homosexual que yo ni conocía ni me apetecía conocer: A la caza, por ejemplo. De Italia, Muerte en Venecia, Las mil y una noches de Passolini; de Alemania, algún Fassbinder que pusieran en Cine club, cuando la 2 era la segunda, a las tantas de la madrugada – recuerdo que este espacio era de los pocos que ofrecían, muy de vez en cuando algún cine de temática gay, allí descubrí Onde o bate o sol, película portuguesa de, empleando el término psicoanalítico, poderosa homosexualidad latente(por cierto, ¿hay alguien, además de mí, que haya visto esta película?). Supongo que en otros países la cosa estaba más animada; aquí, desde luego, a finales de los setenta y en los ochenta, eso es lo que había, o por lo menos lo que yo recuerdo que había. ¿Y por qué era esto así? Pues yo creo que simplemente por el famoso ARMARIO. Era una España completamente armarizada que empezaba a sacar el pie de ese oscuro espacio.
    Creo que la cuestión de la cinefilia gay va también, como ya se ha dicho, asociada a determinadas generaciones. Habrá algunos puntos comunes, pero evidentemente, lo que le marcó o lo que Terenci Moix vio como “cine gay” siendo un adolescente, a mí, posiblemente, no me diga nada a priori, aunque si se explican las claves quizás pueda llegar a comprenderlo. Cuestión de espacio y tiempo. A mí también me pasa ahora con amigos que están en torno a los veintipocos: no les llega, o no les dice nada (o tanto) películas que para mí fueron importantes en el reconocimiento de mi identidad. Y quizás esto enganche con una de las preguntas que siempre sale: ¿hay una cultura gay que nos identifique o con la que nos podamos identificar los gays?
    Por otra parte si por cinefilia gay española entendemos la existencia o no de un cine gay español, creo que al menos sí podemos dar ejemplos de un cine gay español reciente: Segunda piel, Sagitario, La mala educación, Cachorro (mundo oso), Amigos/amantes, Piedras, algunos cortos… ¿Manjar de amor? Gay sí, pero ¿española?
    En fin, creo que esta vez se me plantean más dudas que respuestas.

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  9. Sobre Diferente, creo que no tuvo impacto porque apenas se exhibió en la época. No sabía el dato de la recomendación de Almodóvar, yo la conocí en los ciclos que se organizaron por el centenario del cine español, tb se proyectó en San Sebastián en un ciclo de peliculas malditas, junto a arrebato, el mundo sigue... A lo que voy, que es una película que conocimos casi todos en los 90, y me atrevería a decir que en círculos cinéfilos en general y no estrictamente gays. Aunque el dato de Almodóvar me parece suficiente para haber creado interés entre una audiencia gay.
    Todo lo local puede ser universal. Con las referencias anglosajonas (que no me parecen una tontería si de lo que hablamos es de cine), me refería a que con un griego puedo hablar de Cabaret, o de Rocky Horror, o Another country, o Xanadú,
    pero dificílmente podré hablar de La muerte de Mikel o El diputado.

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  10. Respondiendo primero a Serafín. Complicada cuestión. En principio, el objetivo del trabajo son las películas que resultan importantes a los gays en tanto a gays, o sea, los gays españoles como espectadores de cine, y no las películas gays españolas (aunque ambas cosas están, de una u otra manera, relacionadas). Y, si la cultura gay española funcionase como la anglosajona, esto tendría que incluir películas que ninguno de sus creadores consideraría gays. Pero la verdad es que encuentro pocos ejemplos de esta segunda categoría. Es exactamente lo que planteaba al principio. Tenemos la copla y Sara Montiel. ¿Qué otras películas son los equivalentes, para los gays españoles de El mago de Oz, Sonrisas y lágrimas, Alma en suplicio, Mujeres, etc? Este es uno de los temas en torno al que gira mi duda sobre lo diferente que es nuestra cultura de la anglosajona. Allí estas películas que no son gays funcionan de manera subcultural. ¿Y aquí? Personalmente relaciono todas ellas con ser gay. Pero en parte mi cultura gay está muy contaminada por razones biográficas (desde 1990 al 2002, años importantes en mi "fomación gay" viví en Gran Bretaña, y aun desde entonces estoy entre mi trabajo en Oxford y Barcelona). Me preguntaba si funcionarían con gays españoles. Para mí es lógico que así sea: es difícil de explicar, pero si tienes diecisiete años en el año ochenta y dos y estás en un instituto y todos tus amigos son heteros, tu gusto por Sonrisas y lágrimas será probablemente tan vergonzante como ser gay, y es posible que lleguen a compartir el mismo espacio, llegas a asociar tu gusto por Julie Andrews con el estereotipo de feminidad que se asigna a la homosexualidad, etc. Pero que sea lógico no quiere decir que esta experiencia sea similar en un número suficiente de casos como para hablar de "experiencia subcultural".

    Por supuesto el resto de películas que señalas constituyen un canon común para quienes estamos en torno a la cuarentena. Pero yo diría que también se trata de un canon importante en el desarrollo de imágenes de la homosexualidad. En 1970 había poco y explícitamente negativo. En el 2000 la cosa era relativamente frecuente (al menos en personajes secundarios) y se habían cruzado varias barreras (aunque incluso ahora no se ha normalizado del todo). Así los años ochenta son años de lucha por una ampliación de las posibilidades de representación. Y es importante que ese periodo nos pille en "años formativos": entiendo que Maurice no signifique gran cosa para los veinteañeros gays de hoy. Y a mí me cuesta explicar la importancia de Su otro amor (como puede verse en mi comentario en el diario). ¿Un canon, pues, generacional, cuya importancia principal es histórica? Supongo que es eso a lo que te refieres. Yo creo que sí, efectivamente. Pero dicho esto, yo sí entiendo la pasión "camp" de Moix por el peplum. Ahora están saliendo algunas en DVD y no he podido resistirme a revisitar algunas. Y me lo paso bien. No sé hasta qué punto imito el gusto de Moix (el deseo suele ser imitación, deseamos "como", además de desear "a"), pero el caso es que recuerdo que a mí también me gustaban de adolescente. Especialmente las de Maciste. Vuelvo al tema: el gusto de Moix será "generacional", pero también es "lógico", es decir, muestra un potencial que va más allá para que la mirada gay disfrute de estas películas.

    Pues no, no he visto la película portuguesa de que hablas. Pero a ver si la consigo.

    El tema de si hay una cultura gay me sobrepasa totalmente. Cambio de opinión a cada momento. Mi formulación ahora, la que está determinando estos posts es la siguiente: hay una cultura gay de existencia histórica innegable, pero no todos los hombres y mujeres que se definen como homosexuales la aceptan, algunos la rechazan de manera importante. Pero cuando estudiamos la cultura gay no estudiamos, evidentemente, este tipo de actitudes, sino que estudiamos lo que se entiende por cultura gay (y que no representa a todos): en ocasiones ha sido practicada por heterosexuales.

    Esta formulación está en continuo estado de revisión.

    Aclarada la cuestión de la cultura anglosajona como terreno común. Creo que tu argumento de que su alcance, para bien o para mal, es mayor, resulta un argumento definitivo para hablar de su centralidad. Pero claro habrá que evitar interpretaciones que borren las diferencias entre lo que sucede aquí y el modo en que se ven las cosas allá.

    Otras pelis incluidas en el ciclo que menciono de "recomendaciones" de Almodóvar eran El cebo y El extraño viaje.

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  11. Igual me meto en terreno pantanoso, pero el problema no es sólo de los homosexuales.

    Creo que los españoles somos especialmente reticentes a dar una dimensión cultural a NADA (bueno, al futbol o al cotilleo quizá sí)

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  12. Ésa es también mi impresión, pero con impresiones me es difícil escribir un libro. Ya que sacas el tema...

    Al centrarme en la experiencia gay lo hacía para señalar que a veces es difícil encontrar la frontera de lo que es una resistencia a sacar conclusiones culturales con raíces "filosóficas" de una resistencia que no es más que una manifestación del armario. Es decir, no me defino como nada, hago lo que me da la gana y luego siempre puedo negarlo todo. Creo que estas dos actitudes se solapan.

    Pero si asumimos que la reticencia es legítima (es decir, que de verdad hay gente que no cree que la homosexualidad sea algo "tan importante") supongo que sería el tipo de argumentos con los que tendría que lidiar. Es decir, hay corrientes de pensamiento bastante sólidas que dirían que toda alusión a subculturas estructuradas como resultado de la represión es una tontería, que se trata de fenómenos-espejismo, que desaparecerán pronto, tan pronto como desaparezca la represión. Que existen individuos, clases sociales, pero que la identidad gay ocupa un terreno tan limitado que es difícil que dé lugar a una subcultura. Y que para demostrarlo hay muchos gays que no tienen ni un pelo de subculturales ni aprueban la subcultura estereotípica. Que la sucultura es opresiva. Etc. Como digo, son argumentos con los que no me identifico pero que tampoco puedo ignorar.

    Últimamente mi idea es más que creo que hay, innegablemente, una cultura gay en la que muchos gays no están nada interesados (porque tiene motivos históricos entre otras cosas) y que, para complicar las cosas, practican muchos heterosexuales. Esto produce una relectura de tanta opinión gay sobre que tal cultura no existe o que ellos no se identifican. También es una respuesta a todos esos heterosexuales que tienen MILES de amigos gays que, al contrario que las locas del orgullo, son perfectamente normales y llevan lo suyo con discreción.

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  13. Pero, si uno saliendo del armario se encuentra con la obligación de limitarse en una subcultura estereotipada y además de importación, a mí me parece lógico que haya resistencia y demostración por su parte de una cara de indepedencia o rechazo parcial.
    Hablando otra vez más desde mi experiencia griega, ¿cómo podría aceptar expresarme principalmente a través de Madona o el cine queer americano ignorando la literatura, arte, música etc, que los homosexuales producen en estas tierras por 3700 años, toda una iconografía con una semiótica diferente que sella mi mirada?
    Una cosa es la concienciación gay, en la mayoría de los casos, sí, a través de obras y hechos del mundo anglosajón, y otra mucho más complicada y amplia la identidad subcultural homosexual que necesariamente tiene carácter nacional o local, sin omitir el factor generacional.
    Un ejemplo: puedo follarme utilizando “palabras sucias” en inglés, pero para fantasearme, para excitarme, para correrme verdaderamente necesito mi propia lengua.

    Un saludo

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  14. Cierto, el problema para mí (y el motivo por el que mi mirada como homosexual se haya centrado tanto en una experiencia que no era la de mi país) es que de norteamérica viene un número sustancial de productos categorizados como "homosexuales", mientras que mi cultura no los produce. Madonna no inventó la cantante que se convierte en icono gay (aquí teníamos ya a Lola Flores, a Sara Montiel, etc) PERO sí RECONOCE, de manera pública y explícita, machacona si se quiere, sin tapujos a sus fans gays y los hace parte de su imagen. Es el tipo de cosas, convertir todo en un producto de mercado, que la cultura estadounidense hace de maravilla. Atención: NO DIGO QUE ESTO SEA POLíTICAMENTE PROGRESISTA, NI SIQUIERA QUE SEA POSITIVO, pero, lo cierto es que es un proceso que permite una circulación accesible y de celebración de imágenes, permite que nos veamos como existentes en los medios de comunicación, etc. Creo que es una moneda con dos caras, pero no por eso podemos negar que algo positivo hay. Sospecho que si hubiera sido por la cultura europea, seguiríamos en 1982: moviéndonos poquito a poco hacia la legitimación. Supongo que por todo se paga un precio.

    No quiero glorificar los EEUU. Es evidente que la homofobia allí puede ser peor que en cualquier sitio de Europa. Pero si de lo que se trata es de romper tabúes, también es una cultura popular muy dinámica y que llega muy lejos.

    Por otra parte, en este trabajo es cierto que busco una cinefilia gay que sea "nuestra", que sea española. Pero lo que me sucede es que es difícil encontrar claves compartidas, y cuando existen suelen pertenecer al cine anglosajón. Esto habría que explicarlo y no asumirlo acríticamente, pero no creo que pueda negarse. Almodóvar es nuestro icono gay cinematográficos, pero al contrario que Madonna, le cuesta bastante "reconocernos" como "hijos suyos". Si esto es actitud personal o estrategia comercial es algo que no sabemos. Pero el caso es que lo que hay es lo que hay.

    En definitiva creo que encontrar las tensiones y el equilibrio entre los signos que se producen aquí y los que "aceptamos" o "imitamos" es uno de los problemas centrales de este trabajo.

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