miércoles, septiembre 20, 2006

Ver cine (III): Cuando las películas hablan de nosotros...


Una de las experiencias más fascinantes como cinéfilos es ver cómo nuestras vidas parecen reflejarse en las pantallas. Entre quienes ven sus vidas a través del cine (al menos de vez en cuando) hay gente gay y gente que no es gay. Sería interesante reflexionar sobre qué hace la experiencia gay especial en este sentido (es decir, suponiendo que lo sea). Pero de momento, podemos asumir que tal experiencia es especial y tratar de explicar en qué consiste.

La propuesta requiere todo tipo de matizaciones. No sucede a todo el mundo, y muchos son cinéfilos y disfrutan del cine sin esta conexión emocional / de identificación biográfica / de fan. Hay gente que no necesita películas ni nada para dar sentido a sus vidas. Yo siempre los he envidiado (o no, según se mire). Otros sí. La importancia de este modo de “ser espectador” es, pues, relativa. Sin duda muchos compañeros especialistas me advertirían que no diera a esto demasiada importancia, y puede que tengan razón. Con todo, creo que es una parte de las relaciones entre ser espectador y gay de la que hay que hablar.

Algunas ideas. Para los gays de cierta edad (especialmente la mía y las anteriores, pero también más jóvenes en muchos casos) el cine era una “ventana abierta al mundo” que nos permitía acceder a experiencias e imágenes, a actitudes con las que en nuestro entorno real no podíamos dialogar. Así, prescindíamos de ciertos aspectos de las tramas (siempre explícitamente heterosexuales) y nos centrábamos en cuestiones visuales, emocionales o reinventábamos las identificaciones en contra de las prescritas por nuestro entorno. Es difícil hablar de esto sin recurrir a los aspectos biográficos (algo que se trasluce de vuestros posts). Para mí, películas como Picnic, Ricas y famosas, Esplendor en la hierba, Noches en la ciudad (Sweet Charity), las adaptaciones de Tennessee Williams o Sólo el cielo lo sabe, por ejemplo, llegaron justo en el momento oportuno para que entablase un diálogo con los conflictos de los protagonistas. Cuando uno lo piensa, y cuando uno abstrae lo que tiene que abstraer, Esplendor en la hierba habla de un tipo de relación que, en 1980, podía ser mucho más relevante para un gay que para un hetero. Sí, los sentimientos son iguales para todos, pero toda una serie de aspectos (incluída la referencia al deseo como enfermedad mental) tenían resonancias con nuestras vidas. Y el final nos animaba a seguir adelante.

Esto no significa que un hetero no pueda disfrutar de esta película o que un gay sólo pueda consumirla de este modo. Pero sí sugiere un modo de leer películas que establece el cine como frontera entre textos públicos (con tramas heterosexuales) y emociones privadas (que en el caso de los homosexuales eran siempre difícilmente comunicables). La necesidad de un proceso de apropiación más o menos radical se presenta en este caso como acuciante. Es posible que las cosas sean distintas ahora, ciertamente hay otras alternativas, sin duda la necesidad no es “acuciante”. Aunque supongo que este tipo de mecanismos sigue funcionando en algunos ámbitos y para algunas personas.

En fin, ¿tenéis ejemplos de películas que no tengan “tema gay” pero que, de alguna manera hayáis leído en términos gays? ¿Habéis establecido diálogos de apropiación, lecturas contra la narrativa explícita? Incluso, yendo más lejos, ¿hay alguna película no explícitamente gay que os haya inspirado decisiones o comportamientos?

6 comentarios :

  1. soy gay, cinéfilo empedernido y comparto esa manera de ver las películas, pero jamás había pensado que fuera una manera de ver específica por ser gay; pienso que la empatía y la identificación tb puede darse por parte de un hetero.
    "Cabaret" no valdría porque tiene tema gay, pero qué opinas de "Shane" creo que aquí se llamó "Raíces Profundas" con alan ladd, y "Peyton Place" (Vidas borrascosas) con lana turner?.
    También en "Las amistades peligrosas" veo comportamientos, actitudes que me parecen muy gay.... aunque aquí sí que hay una historia personal y por tanto subjetiva.

    ResponderEliminar
  2. Estoy de acuerdo, como matizaba en el post, que no es "exclusivamente" gay. Trato de cambiar la formulación.

    Quizá una manera mejor (seguro que no la mejor) de expresar esta idea es que, gays de una determinada generación, que comparten problemática (la generación de los sesenta compartía la opresión legal, en la mía era más la falta de complicidad)tenderán a preferir ciertos géneros o motivos narrativos. Y tenderán a encontrar sintonías con ciertas películas.

    Efectivamente en algunos casos, las sintonías serán casi solipsistas. En otros no. Sería interesante ver cuáles se comparten. En muchos casos tiene mucho que ver con que un grupo amplio de gente vaya a ver una película determinada. En nuestra (asumo que es "nuestra") generación nos marcó bastante, digamos, Cabaret. Era una película que "casi todo el mundo" había visto. Ahora las películas que "casi todo el mundo" ha visto son distintas y por lo tanto también lo son las que pasan a convertirse en películas, uf, "para-gays". También hablo de un modelo de "cinefilia" que creo bastante común en mi generación, pero como decía alguien en este foro no es mayoritario.

    Si tengo que escribir sobre esto de una manera consistente, tendría que hablar de "potencial" homoerótico. Para ello (estoy improvisando) tendría que ser capaz de explicar qué estructuras pueden dar lugar a estas apropiaciones.

    Así que me vienen bien tus ejemplos.

    Yo creo que lo de Shane es bastante cierto, aunque no aparece mucho en libros sobre fans gays (por cierto, sobre este tema, los dos autores que estoy manejando, por si a alguien le interesa, son Brett Farmer y Alexander Doty, si alguien necesita información más precisa, que pregunte...). Lo que me preguntaría es: ¿un hetero leería Raíces profundas como yo? Y supongo que no. Yo puedo ver una emocionalidad más explícita en la relación de idolatría del niño. Y la película me puede ayudar a "poner orden" en mis emociones de este tipo. Los hombres heteros pueden tener que aprender a leer esto de otro modo.

    Sobre las otras: he visto Peyton Place unas cuantas veces y siempre espero que me guste, pero no me engancha. Teóricamente tiene los elementos, pero de ese tipo cualquier cosa palidece frente a Esplendor en la hierba o, por supuesto, los melodramas de Sirk. Mi sospecha es que quizá sea una película peor de lo que podría haber sido (mientras que con Sirk siempre me parece al revés). Esto me lleva a pensar que quizá hay cuestiones de puesta en escena (estoy escribiendo un post sobre cuerpos homoeróticos) tienen que ver. En Shane hay una elaboración del tema en términos de planos y miradas, la figura del "héroe solitario" está en el centro de las miradas del niño. En Peyton Place, a pesar de que el tema es el de secretos y tal, no hay elaboración nada compleja en términos de puesta en escena y por eso me funciona menos. Pero también puede que sea yo. Como tú mismo sugieres, a veces hay elementos bastante biográficos que hacen que nos enganche una película.

    Lo que dices de Las relaciones peligrosas es curioso porque cuando leía descripciones de la obra teatral (fui a verla en Londres en los ochenta) a mí me parecía claramente "una obra gay" y ahora no sabría explicar bien por qué. La vi recientemente en el (horrible) DVD editado por Warner y el lado gay se me había esfumado por completo.

    Y es que esto no es una ciencia exacta.

    ResponderEliminar
  3. Como ya he dicho por ahí, a mi me marcó especialmente "Breve encuentro", la vi con doce o trece años y por algún motivo supe que esa película hablaba de mi.

    ResponderEliminar
  4. De nuevo, Breve encuentro es una película que ha funcionado muy bien en la comunidad gay inglesa. Uno de los cortos claves del cine gay inglés está basado en Breve encuentro, y Brief Encounters era el título de un libro sobre cine gay inglés, así como de varios artículos sobre culturas gays urbanas en el siglo XX. Las resonancias con la situación gay son obvias, y evidentemente es uno de esos casos en que hay una experiencia originalmente homosexual (la del guionista Noel Coward) que se traviste en términos homosexuales (aunque las cosas son, como siempre, mucho más complejas): romance ilícito, énfasis en las emociones (es decir en el mundo de la mujer) y, sobre todo, renuncia final, que es como muchos veíamos el asunto hasta que acabamos el proceso de salir del armario (de nuevo hablo de los ochenta: no sé si esto se cumple ahora de la misma manera). Me interesa que hayas mencionado esta película precisamente, porque lo siguiente que pensaba proponer es que leemos DESDE un contexto cultural y muchos iconos que funcionan para los franceses o para los ingleses o para los estadounidenses no tienen por qué funcionar aquí. Y a veces resulta que sí.

    (Esta asimilación acrítica de iconos y películas yanquis una acusación que se me ha hecho alguna vez en charlas, y creo que es, hasta cierto punto correcta, pero mi respuesta es que mi cultura en general y mi cultura gay en particular tiende a ser inevitablemente anglosajona, y lo anglosajón ha quedado tan imbricado en mi vida que ya es irrenunciable. No puedo rechazar mi experiencia por motivos políticos: mis sueños, mis lágrimas, mis deseos, puedo haberlos tomado de una cultura estridente, reaccionaria y superficial, pero ahora son míos. Para acabar de arreglarlo, la cultura gay anglosajona tiene un desarrollo explícito en términos de cultura pupular que resulta extraordinario. Por más que intento encontrar equivalentes, a veces tengo que recurrir a la cultura anglosajona porque no los encuentro. En tercer lugar, y de nuevo espero que esto suceda a otros, para mí, el llegar a ser gay supuso un rechazo de mi entorno inmediato, que era hetero y con el que no podía dialogar sobre estas cosas. Así, es normal que los puntos de referencia al crearme una identidad cultural vinieran de lejos. Supongo que se puede crear una identidad gay a partir de las fallas y la paella, de la huerta valenciana y el mal gusto de una boda a la mediterránea, y creo que algunos lo hacen, pero a mí, simplemente, no me sucedió. Todo esto lo asimilaba con la heterosexualidad que me asfixiaba)

    Alberto

    ResponderEliminar
  5. En mi casa se ha visto siempre mucho cine clásico, y, la mayoría de las películas que veía eran americanas. No empecé a interesarme por el cine español hasta "Pepi, Lucy y Bom". Así que, supongo que mi formación cultural, a pesar de vivir en España, tiene un extraordinario aporte de "La rana Gustavo".

    Gracias por los datos sobre Breve Encuentro.

    ResponderEliminar
  6. Anónimo12:23 p. m.

    Hola

    Es curioso, pero "Breve encuentro" también es una de mis películas favoritas...

    Hasta ahora nunca me había planteado hacer una lectura "en clave gay" de esta película, pero supongo que es fácil establecer paralelismos: la imposibilidad de amar por los convencionalismos sociales, el azar como detonante de situaciones emocionales, etc...

    Posiblemente, el ser gay condiciona la forma de contemplar cualquier expresión artística, una especie de "lectura entre líneas", lo que me parece curioso es que a veces no se es consciente de ello...

    Se me ocurren un par de películas más: “El hombre elefante” de David Lynch (por el impacto emocional que me produjo) y "Gattaca" de Andrew Nicol (curiosamente hace unos años encontré una interpretación gay de esta película en un libro del que ahora mismo no recuerdo el título…)

    Un saludo :)

    Katz

    ResponderEliminar